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Mostrando entradas de agosto, 2008

Descubriendo Segóbriga

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2 Asentamiento, Teatro y Anfiteatro {}

Descubriendo Segóbriga

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1 Basílica visigoda y Necrópolis {}

El Peregrino en Segóbriga

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Hay una extraña quietud en el entorno del yacimiento, mientras espero a que se abran las puertas, permaneciendo, obstinadas, algunas nubes por encima de estas ruinas históricas, cuyos secretos, poco a poco, van retornando otra vez a la luz. Se me hace raro traspasar las fronteras del Duero, a las que estoy tan acostumbrado y buscar en otra provincia, en otro lugar, piezas de ese monumental puzzle que es la Historia de este país. Tengo entendido que varias culturas han ido sucediéndose, progresivamente, en el lugar. Pero este no es un dato nuevo, sino una constante. Como en el mar, el pez grande se come al chico, y aquí, durante lustros, celtíberos, romanos, visigodos y sarracenos han estado devorándose unos a otros con una avidez inusitada. El terreno que circunda el yacimiento está vallado y protegido por alarmas y vigilantes de seguridad, que me recuerdan, comparativamente hablando, a las cercas con las que los ganaderos del lejano Far West americano impedían que las vacas se mezclar

El Peregrino en el Cañón del Río Lobos: Romería de San Bartolomé y la Virgen de la Salud

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Primera Parte Crónica de un peregrino Dentro del Año Mariano en el que nos encontramos, hubiera sido imperdonable no asistir a una de las romerías más emblemáticas de cuantas se celebran en la provincia, cuando no en España: la romería de San Bartolomé y la Virgen de la Salud, en el no menos inigualable y emblemático entorno del Cañón del Río Lobos. Poco antes de las diez de la mañana, eran numerosos los romeros y peregrinos que, procedentes de diversos puntos del país, encaminaban juntos sus pasos en dirección a la pradera donde se asienta la ermita de San Bartolomé, a orillas del río Lobos y enfrente de la Cueva Santuario, cuya historia se remonta a épocas prehistóricas. Para los que estamos acostumbrados a visitarlo con cierta frecuencia y disfrutamos del entorno sin cruzarnos apenas con nadie, semejante avalancha de gente no deja de producir cierto sobresalto cercano al shock. Sin embargo, enseguida nos reponemos, entendiendo que es normal que la gente acuda en tropel en un día tan

El Peregrino en el Norte: Cantabria, Cuarta Parte

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Una apocalíptica joya medieval: el Beato de Liébana {}

El Peregrino en el Norte: Cantabria, Tercera Parte

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Picos de Europa: Mirador y ermita de San Miguel 'La memoria es un diario personal que llevamos consigo a todas partes' [Oscar Wilde] Se trata de construcciones sencillas pero atractivas; de planta cuadrada, por lo general, en las que destaca -cual obelisco apuntando a un cielo que suele estar cubierto de nubes gran parte del año- la torre, delgada y plana, en la que no suele haber campanas. Al contrario que cualquier otro tipo de iglesia, ermita o templo, éstas parece que no se levantaron ex-profeso con la intención de acoger a los fieles en su interior, sino con el fin de albergar figuras o reliquias sacras, que actuarían a modo de protectores del lugar y sus gentes. Su culto, por tanto, se prevé de puertas para afuera, posiblemente como punto de reunión en las romerías. En el caso que nos ocupa, la pequeña ermita-mirador de San Miguel, forma parte de una red de ermitas que, como pequeños satélites, gravitan alrededor de un astro rey que, lógicamente, no es otro que el Monaste

El Peregrino en el Norte: Cantabria, Segunda Parte

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Picos de Europa: Monasterio de Santo Toribio de Liébana. 'Diríase que Liébana entera es un Nacimiento, un Belén. Montañas gigantes, alternando con verdes colinas; ríos de aguas transparentes, poblados de truchas; pequeños y estrechos valles, cubiertos de verdor y de frutales; mil pueblecitos pinturescos, como nidos de águilas...'. [Fr. Juan Ariceta: 'Santo Toribio de Liébana y la reliquia de la Santísima Cruz'] ¡Santo Toribio de Liébana!. Simplemente el nombre parece ejercer una certera, misteriosa fascinación sobre el espíritu, que va más allá del simple hecho de acceder a un lugar sacro. Porque Santo Toribio de Liébana, es mucho más que un simple monasterio rodeado de bosques y montañas. Es un auténtico Santuario. Un punto neurálgico, donde el magnetismo de la Divinidad se deja sentir a los pocos minutos de deambular por el lugar. Rodeado de un aura de leyenda, tan impenetrable, quizás, como esas nieblas eternas que parecen haberse instalado definitivamente en las cum

El Peregrino en el Norte: Cantabria

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Lebeña, Cantabria: iglesia de Santa María (Siglo X) No bien uno acaba apenas de acostumbrarse a las vertiginosas curvas, que como los anillos de una formidable anaconda circundan el impresionante desfiladero de La Hermida, y cuando el deseo de llegar a destino produce la curiosa sensación de que éste se va alejando a medida que nos acercamos, un sencillo cartel -cuyo fondo rosado es sinónimo de interés histórico y cultural- recuerda al visitante que se dirige hace Potes, Santo Toribio y Fuente Dé, la existencia en las cercanías de un lugar que bien merece un alto en el camino y una pausada visita. Se trata de la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña, cuyos cimientos se remontan a los albores del siglo X. {}

El Peregrino en el Norte: Asturias, Segunda Parte

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Covadonga A unos 145 kilómetros de Pajares, en dirección a Langreo, Gijón y Arriondas, rodeado de valles y montañas de belleza insuperable, un faro -espiritual y trascendente- alienta con su Luz una tierra entre cuyas brumas sobreviven multitud de mitos y leyendas, que ni siquiera el tiempo, las legiones romanas y las hordas árabes que invadieron la Península después de la fatal batalla del Guadalete, acaecida en el año 711, consiguieron doblegar. Me refiero, naturalmente, al Santuario de Covadonga. {}

El Peregrino en el Norte: Asturias

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Subiendo el Puerto de Pajares Son las 11,15 horas de la mañana, y me encuentro, aproximadamente, a mitad del Puerto de Pajares, a unos quinientos metros escasos del pueblo que lleva su mismo nombre. Su belleza, impresionante, emociona. Hay cúmulos de niebla, persistentes y espesos, sobre las cumbres de las montañas y el tráfico -en contra de lo que pensaba con la 'variante Payares'- es fluido. Son muchos, quizás demasiados, los camiones que todavía toman esta ruta, supongo que por necesidad, pues la dureza de este puerto, sobre todo en invierno, continúa siendo legendaria. Resulta difícil, cuando no imposible, evitar dejarse llevar por el recuerdo y no rendirse a su inevitable seducción. De tal manera, que sin poder contener que una lágrima furtiva bese el suelo de esta querida tierra, siento que el espíritu de aquél niño de antaño -soñador y rebelde- aflora durante unos minutos a los ojos de un hombre que tiene la sensación de volver de nuevo a su tierra, después de largos año

El Peregrino en el Norte: Segunda Parte, León

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Un santuario en tierras leonesas: Huergas de Bordón, Santuario de la Virgen del Buen Suceso. La primera parada, la hice a 274 kilómetros de Madrid, en el pueblo leonés de Toral de los Guzmanes. Allí realicé mi primer repostaje y tomé el segundo café de la mañana. Un café, por cierto, que me supo exquisito. Algunos minutos después, rodaba por la autovía Ruta de la Plata, siguiendo siempre la dirección que señalaba hacia Oviedo. Y no hubiera abandonado la autovía, de no ser porque un cartel que indicaba León-Oviedo por el Puerto de Pajares, hizo que la nostalgia fuera más fuerte que la duda, y sin importarme el tiempo o la vuelta que tuviera que dar, decidí continuar el viaje en esa dirección. Como todas las grandes ciudades, León constituye, también, un pequeño caos circulatorio, agravado, supongo, por la época estival. Y aunque estuve tentado -al ver las agujas góticas de esa 'rosa de piedra' que constituye su catedral- de posponer el viaje unos minutos para solazarme en su int

El Peregrino en el Norte: Primera Parte

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Nostalgias de Asturias La noche antes de partir, tuve un sueño. Soñé con el lobo que se me apareció en el monte, aquél inolvidable verano de 1979. Fue pasado el Alto de Las Cruces, llamado así porque en ese punto se bifurcan los caminos, y al hacerlo, forman una cruz más o menos perfecta, llevando el camino del centro hacia la pequeña aldea de Boronas; el de la derecha hacia la casa del Pinto, y el de la izquierda, perdiéndose en la montaña en dirección a La Artosa, sus nieblas, sus leyendas, y por supuesto, sus misterios. Recuerdo que por las noches, cuando la aldea estaba en silencio y sólo se oía, de tanto en tanto, el tintineo del campanín de alguna vaca removiéndose inquieta en su lecho de paja en la cuadra, los aullidos que provenían de aquélla dirección, hacían que me removiera inquieto en la cama, tapándome con las sábanas hasta las orejas. Aquél encuentro, fortuíto, me dejó poco menos que paralizado. Tan cerca estaba del lobo, que sólo hubiera bastado con estirar la mano, para

El Peregrino en el entorno de Urbión y la Laguna Negra

Segunda Parte {}