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Mostrando entradas de febrero, 2013

De Liébana a Covadonga

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'No se puede recorrer la tierra lebaniega sin sentir emoción, sin sentir la vida que palpita en ella; en sus montañas, en sus estrechos valles, en sus sendas y caminos milenarios, en sus graciosos pueblecitos, colgados como nidos de águilas en los escondidos rincones de las montañas...Parece como que se respira el heroísmo y la espiritualidad de siglos de incomparable grandeza...' (1) Q uien haya estado en la Liébana, siquiera sea por unas breves horas, estoy seguro de que sabrá aceptar y dar por veraces las palabras de Fray Juan Ariceta, haciendo propio el sentimiento de profunda admiración que emana de ellas. Sobre esta base, no es difícil imaginar el sentimiento que anidaba en lo más profundo del corazón del peregrino que, por los motivos que fuera, subía hasta este paraíso montañés para orar junto a la porción más grande que se conserva de la Vera Cruz, en el monasterio de Santo Toribio, antiguamente San Martín de Turienzo, para después proseguir ruta en dirección

Peregrinando por Asturias: de Llanes a Covadonga

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'Cae la tarde, lenta y apacible...Se acercan los peregrinos; llegan en grupos de quince, de veinte, de veintedós...Algunos han recorrido muchas leguas de montaña. Son labriegos que dejaron el arado, obreros que dejaron el martillo sobre el banco del taller...Su peregrinación es sacrificio, es molimiento, es dolor...Algunos llegan descalzos y suben de rodillas a la cueva, besan el suelo y hablan a la Virgen... Después se desparraman y se pierden: las honduras y los montes se los tragan. Pero la interminable caravana continúa llenando los caminos...' (1) N o todos los peregrinos que desembarcaban en Llanes, continuaban hacia Compostela siguiendo la ruta de la costa. Muchos de ellos, sin duda atraídos por la fama del lugar e imitando a los romeros asturianos, como tan vívidamente lo describe aquél gran asturianista que fue Constantino Cabal, encaminaban sus pasos hacia el interior, con la intención de ver, sentir y presentar sus respetos a la Señora, en el que posiblemen

Peregrinando por Asturias: caminos de la Costa

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'Si alguna vez me pierdo (¡ojalá sea pronto y para siempre!), que me busquen aquí. O mejor aún: que no me busquen en ninguna parte' (1). E l Cantábrico, un mar bravío y misterioso, pero a la vez, generoso en recursos y camaleónico en sus tonalidades. En definitiva, como la maga Circe, hechizador. En sus profundas aguas, y a la vera de sus escarpados acantilados, se tejieron innumerables leyendas. A través de la espuma de sus aguas, muchos fueron los peregrinos que llegaron a la Península para tener la oportunidad de vivir y experimentar el sueño inmemorial de la Inventio. De ellos, unos arribaron a los puertos cántabros de Laredo, Santoña o San Vicente de la Barquera, adentrándose hacia el interior, por puertos de difícil acceso, como el del Escudo, desembocando en las Merindades burgalesas. No es de extrañar, por tanto, que uno de los motivos más repetitivos en el románico de la región, haga precisamente referencia a este acontecimiento, mostrando, en sus capiteles, la

El Arte Asturiano en el camino del peregrino

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'Verás la maravilla del Camino, camino de soñada Compostela, peregrino...'. [Antonio Machado]   C omo decía Antonio Machado, puedo afirmar, que no presumir, de haber andado muchos caminos. No tanto, quizás, con la añoranza de Compostela como por el deseo implícito de contemplar con mis propios ojos esas innumerables joyas de belleza y sabiduría que, fuera o no su intención cuando las levantaron, bien es cierto que nos legaron las generaciones pretéritas. De ellas, y por supuesto, lejos de menospreciar tantas y tantas otras, me rindo, resignado, ante la imponente majestuosidad de aquéllas que fríamente son consideradas como prerrománico asturiano, pero de las que, siquiera sea de corazón, comparto plenamente la definición de Jovellanos: Arte Asturiano. Un Arte propio, que rompe moldes, pero que nos introduce, a través de su genuina idiosincrasia, en la magia de una arquitectura sagrada cuyas piedras, desde la primera a la última, definen, cuando menos, las irreprim

Peregrinando por Asturias: concejos de Sariego y Siero

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'En España existe un museo cuyas salas se extienden a lo largo de ochocientos kilómetros'. [Luis Carandel]   E sta reflexión de Luis Carandel, en referencia al Camino de las Estrellas, lejos de ser banal ofrece, en mi opinión, una visión objetiva acerca de lo que se encontraba el peregrino que, sin importar la ruta seguida, encaminaba sus pasos en dirección a Compostela. Un museo grandioso, monumental, donde la fatiga del largo camino se veía recompensada no sólo por los misterios que, en forma de enseñanzas el peregrino iba deshojando a lo largo de los diferentes tramos que recorría, sino también por el fenómeno inigualable de una Naturaleza que se desplegaba ante sus ojos con la fuerza elemental de una Gran Madre , primigenia, antigua, total. Este despliegue de fuerza en todo su esplendor, quizás fuera más sentido y a la vez admirado, por aquéllos peregrinos que decidían atravesar Asturias, encaminando sus pasos hacia Oviedo y su imponente catedral de San Salvador.