El Arte Asturiano en el camino del peregrino
'Verás la maravilla del Camino, camino de soñada Compostela, peregrino...'. [Antonio Machado] C omo decía Antonio Machado, puedo afirmar, que no presumir, de haber andado muchos caminos. No tanto, quizás, con la añoranza de Compostela como por el deseo implícito de contemplar con mis propios ojos esas innumerables joyas de belleza y sabiduría que, fuera o no su intención cuando las levantaron, bien es cierto que nos legaron las generaciones pretéritas. De ellas, y por supuesto, lejos de menospreciar tantas y tantas otras, me rindo, resignado, ante la imponente majestuosidad de aquéllas que fríamente son consideradas como prerrománico asturiano, pero de las que, siquiera sea de corazón, comparto plenamente la definición de Jovellanos: Arte Asturiano. Un Arte propio, que rompe moldes, pero que nos introduce, a través de su genuina idiosincrasia, en la magia de una arquitectura sagrada cuyas piedras, desde la primera a la última, definen, cuando menos, las irreprim