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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Ruteando por San Pedro de Arlanza

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U na hora después de comer, apenas alejada la tormenta como aquéllas oscuras golondrinas de Bécquer, que nunca volvieron a Sevilla, el ambiente continúa liberando humores a pólvora mojada. Covarrubias queda atrás, junto con sus bien puestos mondongos patrimoniales, sus ilusorias brujas -que son de la buena o de la mala suerte, como en cualquier otro lugar del becerro de oro que es España-  y sus nobles fantasmas del ayer. Semejante a un sueño, el camino nos precipita, una insignificancia de kilómetros más adelante, en una testa táurica y carcomida por los agujeros de gusano del tiempo, cuyos cuernos, semejantes a una media luna, los añade una carretera general que parece secuestrar al viajero -cual homérica sirena- hacia el hechizo mortal de los cantos gregorianos de Silos: Te Deum Laudamus . I ntentar describir San Pedro de Arlanza, resulta algo más que un tópico. A fin de cuentas, ¿cómo describir lo indescriptible?. La visión, lejos de parecerse a ese espejo histórico y cultu

Covarrubias

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Q ué placer, aquél de perderse por esas viejas, eternas ciudades castellanas con sabor agridulce a pasado y tradición, aún cuando en el ambiente se presienta ese singular olor a pólvora mojada que precede siempre al fragor repentino de la tormenta. Agosto, irascible e imprevisible, como ese viejo general, Fernán González, al que la Historia, no obstante su patética arbitrariedad, ha querido que sea más conocido como el de los Buenos Fueros, a veces reniega de sí mismo y acude a las nubes con la lengua fuera, similar a un perrillo faldero que solicita humillado una ducha urgente y un trago de agua que contengan su ira y aplaquen su sed. La lluvia cae, con fuerza, y durante el paso de la negra nube, el mundo parece reclamar con alivio una nueva historia de Noé. Y aún así, después del Diluvio y el vuelo de cuervos y palomas, el agua deja pendientes de plata deslizándose por los desgastados adoquines, mientras una capa de fresco barniz se abate sobre las casones típicas del viejo burgo