Carrión de los Condes: el Museo de Arte Sacro de la iglesia de Santiago
‘Hay determinadas ciudades, lo mismo en España que fuera de ella, que no se incluyen en el itinerario acostumbrado de los viajeros y que permanecen desconocidas para gran número de ellos, a pesar de los tesoros que encierran…’. (1) T ales eran las impresiones de Gustavo Doré -famoso por sus monumentales grabados, sobre todo, aquéllos dedicados a la Divina Comedia de Dante Alighieri-, y del barón Davillier cuando, durante el transcurso de su intenso viaje por España, llegaron a esta espléndida ciudad palentina de Carrión de los Condes. Impresiones que, en cierto modo, continúan conservando su vigencia en la actualidad, pues a pesar de ser, en un concepto general, un auténtico Museo Histórico, la vieja Carrión continúa siendo, además, y en cierto modo, la Bella olvidada. Cierto es, así mismo, que ha perdido buena parte de su patrimonio histórico; un patrimonio que, de haberse conservado no intacto, lo cual resultaría ciertamente milagroso, pero sí mejor y con más cariño, hu