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Mostrando entradas de julio, 2009

Villaviciosa

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Foráneos del Cantábrico: El Puntal

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Foráneos del Cantábrico: Tazones

D e referirme a Tazones como a otra perla del Cantábrico, seguramente muchos piensen que estoy exagerando, pero no es así. De hecho, este pueblecito marinero, situado a unos diez kilómetros, aproximadamente, del casco urbano de Villaviciosa, cautiva, y mucho, por su belleza. A penas pasan unos minutos de las nueve de la mañana, cuando llego al aparcamiento situado al comienzo del pueblo. No tan pronunciada como en el caso de Cudillero, los habitantes de Tazones aún duermen el sueño de los justos, al cobijo de una ensenada que proteje, también, su pequeño puerto pesquero. D iríase, pues, que hablo de un pueblo fantasma a esas horas de la mañana, si no fuera por el barrendero, que desciende la cuesta unos metros por delante de mi, empujando su carrito, donde los palos de varias escobas parecen simular, quizás, los mástiles recogidos de velas de ese pequeño balandro blanco que se balancea dulcemente en un bálsamo de aguas de color verde esmeralda, que parecen reflejar la exhuberante veget

Foráneos del Cantábrico: Cudillero

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Cudillero - Cuillero S ituado en plena costa cantábrica, a unos 40 kilómetros de Oviedo, y a 50 kilómetros, aproximadamente de una ciudad marinera de particular encanto también, como es Luarca, es durante estos meses estivales cuando a Cudillero se le podría definir como ese pequeño Caribe asturiano , que atrae en vacaciones a cientos de visitantes, llegados de diferentes puntos de España y también del extranjero. Quizás por este detalle, y porque han hecho del turismo su principal fuente de ingresos, aparte de la pesca, en su paseo marítimo ondean visiblemente, mecidas por el viento, las banderas de todas las comunidades autónomas. P osiblemente debido a ese turismo, invasor y caprichoso, que todos los años multiplica su población por tres, los lugares de estacionamiento de vehículos han ido restándole sitio, en el puerto, a terrenos donde antaño se refugiaban docenas de pequeñas embarcaciones marineras, cuyos alegres colores, en muchas ocasiones alejan de la realidad lo que en defin

Peregrino en Asturies

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E xiste todo un mundo ahí fuera: ¡ve y descúbrelo!, escribía Rudyar Kipling en una de sus novelas más conocidas y entrañables: Kim, de la India . Estábamos todavía en los albores de un siglo, el XIX, en el que aventura y exotismo enmascaraban, de algún modo, grandes vergüenzas de la Humanidad, como el imperialismo y la esclavitud. Un siglo donde el hombre, quizás más que en ningún otro, y seguramente lejos de motivos altruistas, sintió la necesidad de explorar y conocer el mundo que le rodeaba. De esa manera, surgieron numerosas asociaciones de carácter más o menos científico -como la National Geographic Society norteamericana- que enviaban especialistas y expediciones a todo lo largo y ancho de la geografía mundial creando, de alguna forma, los pilares de lo que en el futuro se convertiría en todo un fenómeno de masas: el turismo. L ejos de considerarme un turista, propiamente hablando, me considero mejor un aventurero; alguien que, lejos de pretender alcanzar los efímeros laureles

Navarra

E tapa III S egunda P arte Estella L a capital del románico navarro, en opinión del historiador Julio Caro Baroja, y, paradójicamente, la ciudad donde el románico se nos negó, al estar en obras y totalmente cubierta de lonas y andamios, su joya principal: la iglesia de San Pedro de la Rúa. U na ciudad que, a continuación de Puente la Reina -una continuación de apenas 20 kilómetros- constituye otro de los puntos fuertes en el Camino de Santiago, y paso obligado, por tanto, de los peregrinos que se dirigen hacia Santiago de Compostela. Monasterio de Irache y Fuente de lo Peregrinos - Fuente de los Peregrinos D espués de comer opíparamente en Estella, recalamos en el monasterio de Irache, situado en las cercanías, antes de continuar ruta hacia Torres del Río, desde donde tenemos previsto regresar a Madrid, atravesando tierras de Logroño y Soria. Son las tres y media de la tarde y el antiguo monasterio está cerrado a cal y canto. Hemos de esperar, pues, hasta las cuatro, y mientras tanto,

Navarra

E tapa III P rimera P arte Santa María de Eunate M agia, leyenda y misterio. Sobre todo, mucho misterio en cuanto a los orígenes y la función de ésta hermética ermita navarra que, situada fuera del Camino Jacobeo de Santiago, propiamente hablando, constituye, sin embargo, un punto neurálgico que hace que los peregrinos se desvíen ex-profeso de la ruta, para encomendarse a Santa María, realizar las tres vueltas simbólicas alrededor del cubículo octogonal -como manda el ritual- e intentar encontrar respuesta a sus preguntas en los crípticos mensajes de sus capiteles. E n Eunate, la Magia se convierte en Tradición, y no falta quien intuye en ella -aparte de la sombra chinesca de los freires milites o caballeros templarios- un compendio de enseñanzas astronómicas de primera magnitud, en un intento, quizás revolucionario, de interpretar la hermética subyacente en los capiteles a los que hacía referencia en el párrafo anterior. S ituada junto al pueblo de Eneriz y a escasos kilómetros de un

Jaca-Navarra II

E tapa II S egunda P arte Monasterio de San Juan de la Peña E nclavado en un cobijo rocoso de la Sierra de San Juan, desde el que se domina una increíble panorámica del Valle de Atarés, el milenario monasterio de San Juan de la Peña es todo un referente en el largo y tortuoso camino que todo peregrino ha de recorrer en su viaje hacia Compostela y la tumba del Apóstol. D e hecho, y sirva como anécdota, después de nuestra visita a tan emblemático lugar, tuvimos el grato placer de acercar a una peregrina francesa de cierta edad -detalle que no deja de tener su mérito-, hasta el cercano pueblecito de Santa Cruz de la Serós. A la magia subyacente a un lugar cuyos prolegómenos históricos se pierden en la noche de los tiempos, anteriores y posteriores a la conquista musulmana de la Península, se une, también, ese genuino espiritu de solidaridad, que consigue que, a fin de cuentas, los destinos de peregrinos y visitantes se conviertan en algo cuya trascendencia sea capaz de permanecer para sie

Jaca y Navarra

E tapa II Primera Parte Santa Cruz de la Serós A escasos kilómetros de Jaca, y anclada como un arca bíblica entre la Sierra de San Juan de la Peña y la ribera izquierda del río Aragón, el pueblecito de Santa Cruz de la Serós recibe -engalanado de una historia que se remonta, cuando menos, a los albores del siglo XI- a visitantes y peregrinos que en su largo deambular por el Camino de las Estrellas, encaminan sus pasos hacia el cercano monasterio de San Juan de la Peña. A partando por un tiempo de la mente los sueños griálicos sobre los que levitan con frágil estabilidad la avidez, el deseo, la especulación y la ignorancia de los hombres, este pueblecito de la serranía jaquense, distante apenas una cincuentena de kilómetros de la frontera natural con Francia, y por lo tanto, con el hermano Camino de las Estrellas francés, sorprende, apenas se pone los pies en él, con una arquitectura característica y montañesa, en cuyos tejados destaca -como la luz de la luciérnaga en la oscuridad- la

Caesar Augusta

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Foto cortesía de Paz Villén E tapa I E xiste una Tradición antiquísima, que asocia a la Virgen del Pilar con Santiago el Mayor, ambos Patronos de España. Se remonta al año 39 después de Cristo, cuando éste se encontraba predicando en la antigua Zaragoza; es decir, en la romana Caesar Augusta. Allí se le apareció la Virgen sobre una columna o un pilar de jaspe, alentándole -es de resaltar el desánimo del apóstol- a que continuara predicando, a pesar de los pocos resultados obtenidos hasta entonces, y pidiéndole, también, que construyera una iglesia en el lugar exacto de su aparición. Entre otras cosas le dijo, y esto parece ser una profecía, que el pilar permanecería allí hasta el fin de los tiempos. L a Tradición asevera, así mismo, que a Santiago le acompañaban en aquél momento sus discípulos Atanasio y Teodoro, los cuales, con el tiempo, llegaron a ser los primeros obispos de la capital aragonesa. I ndependientemente de las concepciones religiosas de cada uno, lo que sí que consider

Ruteando por el Camino de las Estrellas

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E l Camino de Santiago, también conocido como el Camino de las Estrellas. Foco inalterable de una tradición que se perpetúa a través de los siglos, y que atrae a cientos, miles de peregrinos que, sin renegar de las dificultades, de los innumerables peligros y de la incertidumbre de llegar o no con bien a Compostela, se lanzan al Camino -mejor dicho, a los Caminos- con la única compañía de una Fe, que, hemos de suponer -aquellos que no lo hemos hecho todavía-, en la mayoría de los casos se transmuta en Conocimiento. H ablamos, pues, de un viaje goético, o mágico como pocos, en el que lo anecdótico -transmutado en la alquimia de las percepciones- se convierte en elemento Clave y éste, a su vez, en Respuesta. Porque el hombre, racional pero eminentemente animal en el fondo, es un eterno buscador de respuestas para tantas y tantas preguntas que se plantea a lo largo de su efímera existencia. Q uizás sea este el axioma principal que se ha mantenido inalterable y que une al peregrino desde t

Una Fuentona leonesa

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M e la encontré de improviso estando todavía en la provincia de León, muy cerca de la frontera con Asturias. El sol, reflejado en sus aguas azules, parecía estar dándose el primer baño de la mañana. Después crucé un túnel -uno de los muchos túneles de la autovía de montaña que une ambas provincias- y a la salida, como única referencia, sólo ví estos carteles: V illablino C aldas de Luna A rroyo de la Fuentona P or romanticismo, por defecto o quizás porque me trajo recuerdos de otro lugar entrañable de la provincia de Soria, me quedo con este último.

Embrujo Asturiano

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O nce upon a time....¡Perdón!. ¡Perdón!. No es una historia foránea, digamos, por ejemplo, de la verde Albión; es una historia autóctona que, aunque soñada en Madrid, se sitúa en la no menos verde Asturias. Es una historia de sueños, de deseos, de peregrinaje. En definitiva, es una historia que tiene que ver con ese otro Camino, a veces sembrado de pétalos de rosa y otras veces de lacerantes espinas, que es el Camino a Casa. Y ahora sí, ahora sí que se puede decir.... É rase una vez...