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Mostrando entradas de noviembre 19, 2010

Don Quijote y el jardín encantado de Sierra Mágina

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P odría comenzar la presente historia, a la manera cervantina, que bajo mi punto de vista, no es, si no un antecedente en el que se basaría posteriormente el érase que se era de los cuentos populares. Y tentado estoy de hacerlo, desde luego, porque los peores momentos que te puedes encontrar a la hora de escribir, son los comienzos y los finales. Los comienzos, porque han de generar el magnetismo suficiente para atraer la atención y conseguir el interés y la continuidad de la lectura; los finales, porque se acercan a esa cualidad, humana y sensorial, que es el paladar, y determinan el gusto. E l caso es que, se sea mejor o peor narrador, las historias te asaltan apenas das la vuelta a la esquina de tu casa: un gato negro que se cruza en tu camino de madrugada, cuando aún la luna sobresale pálida por encima de los tejados de las casas; el primer autobús, que pasa raudo como un fantasma por la calle, sin detenerse en una parada cuya marquesina, cinco minutos después, cobijará a los mi