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Mostrando entradas de mayo, 2012

Kontrasta: ermita de Nª Sª de Elizmendi

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S iguiendo esa wouivre imaginaria que se extiende hacia la misteriosa Sierra de Urbasa –hogar tradicional de los mitológicos jentillaks -, cuyo recorrido hemos comenzado en Eguilaz, y aproximadamente a unos veinte kilómetros de Arrizala y su famoso dolmen de Sorginetxe, nuestra próxima parada, obligatoria, se localiza en el pueblo de Kontrasta. Allí, varada sobre un promontorio desde el que se divisa una extraordinaria panorámica, no sólo del pueblo sino también de los montes y valles de alrededor, la curiosa ermita de Nª Sª de Elizmendi ha de llamarnos, necesariamente la atención, por su singular idiosincrasia. Su aspecto, en cierto modo tosco, de transición a un románico que habría de deparar maravillas técnicas en el futuro, habla por sí mismo, a la vez, de su genuina antigüedad. Una antigüedad, dicho sea de paso, que todavía conserva parte de su particular esencia en esos símbolos solares –donde se constata también la presencia de la pentalfa pitagórica- que, aún de factura mo

Santuarios Prehistóricos de Álava: el Dolmen de Sorguinetxe

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A rrizala, como ya dije en la entrada anterior, dista poco menos de ocho kilómetros de Eguilaz y el dolmen de Aitzkomendi. Se llega al pueblo, siguiendo la carretera que, aproximadamente unos cuarenta kilómetros más adelante se dirige hacia la Sierra de Urbasa y Larraona, singular pueblo enclavado ya en la provincia de Navarra. Conviene reseñar, que antes de llegar a Arrizala, en cuyo término tendremos ocasión de admirar otro singular dolmen -el de Sorginetxe, o Piedra de las Brujas -, hay un pueblecito, cuyo nombre -Okariz- ha de traernos, necesariamente, la referencia a un animal sagrado, la oca; a un juego, simbólico y mistérico donde los haya, el Juego de la Oca, y también, sería imperdonable olvidarlo, el recuerdo de esas misteriosas hermandades que canteros que jalonaron con su símbolo -la pata de oca- los lugares más emblemáticos y mistéricos del Camino de las Estrellas. Nunca podríamos considerar como una pérdida de tiempo, así mismo, hacer una pequeña parada en Okariz, y a

Santuarios Prehistóricos de Álava: el Dolmen de Aitzkomendi

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‘Construcciones ciclópeas que parecen estar orientadas astronómicamente, asentamientos prehistóricos situados sobre “líneas de fuerza” que unen unos enclaves con otros, efigies antropomorfas, círculos de piedra con finalidades mágicas, hipogeos y cámaras con propiedades acústicas…’ (1) J uan Eslava Galán encuadra a este dolmen de Aitzkomendi, y también al de Sorguinetxe, distante, aproximadamente, ocho kilómetros, como dos de esos lugares que ver en España al menos una vez en la vida (2). Y de hecho, no le falta razón y es de agradecer su sugerencia, aunque lo que se aprecie en la actualidad sea apenas una ínfima parte de lo que fue en sus orígenes, pues muchas de sus partes se han perdido irremediablemente, sobre todo por la acción corrosiva de unos hombres que posiblemente no hayan sabido ver la importancia que realmente tenían. Aún así, merece la pena ver estos incomprendidos vestigios de un pasado remoto, que representan todo un compendio de simbolismo junguiano, marcado p

Santuarios peregrinos de Álava

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N umerosos y variados son los lugares de culto y tradición que se encuentra el peregrino en su largo caminar hacia los confines del Ocaso . Los hay, que destacan por su magnificencia; otros, aunque parezca una incongruencia, por su aparente sencillez; y aún se pueden encontrar aquéllos, que soportan la llama olímpica del más hipotético de los desconocimientos. Me gustaría pensar, y de hecho, así lo creo, que los dólmenes pertenecen a este último grupo. Por eso, por convencimiento de que también fueron lugares de sacro culto, los incluyo aquí. Á lava es una provincia de contrastes y santuarios. Lo sabe el peregrino que atraviesa la dureza de sus montes y retoza sus ojos con el suave verdor de sus praderas. Dólmenes, ermitas, iglesias e incluso basílicas son piezas fundamentales en ese Camino Ansar que bajo la tutela de la Osa Mayor, se convierte en una búsqueda de sus Antepasados, porque sin encontrarlos a ellos, difícilmente podría llegar a encontrarse a sí mismo. P or su tras

Se hace camino al andar...o cuanto más lejos del sillón, mejor

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H abrá, quizá, quien piense que mi narcisismo se va incrementando día a día. Y nada más lejos de la realidad. Hasta el momento, puedo asegurar, y de hecho, aseguro, que no me siento en absoluto atacado por tan mórbida enfermedad, aunque reconozco que todas las opiniones son muy respetables. Con respecto a ellas, no obstante, hace mucho tiempo que hago propia la proverbial frase de ese entrañable genio popular, que fue Gila. Bien hablando con el enemigo o concediendo entrevistas, cuando le preguntaban por ellas, siempre decía que son como el culo, todos tenemos uno. Por lo tanto, todos tenemos derecho a opinar como mejor consideremos o nos parezca, aunque haciéndolo muchas veces no podamos evitar, de paso, juzgar. A hora bien, hecho con humor festivo, también este pequeño vídeo y ésta breve entrada, no tienen otro sentido o fundamento que hacer ver el esfuerzo tan extraordinario que supone abandonar la comodidad del sillón y la magia instantánea de internet, para personarse en es

Tras las huellas del Maestro Frassinelli

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‘Acabo de recibir su papeleta mortuoria. Murió en Corao, entre los vestigios de la antigua colonia romana; cerca de Santa Eulalia de Abamia, donde estuvo el sepulcro del Rey Pelayo; a corta distancia de Covadonga, donde dejará recuerdo imperecedero; a la vista de las Peñas de Europa, teatro de su vida salvaje y aventurera, y objeto de la pasión que le hizo olvidar todas las comodidades de la civilización y todas las aspiraciones de la vida…’ (1) H ubo un extraordinario teósofo español, Mario Roso de Luna, al que popularmente se conoce como el Mago de Logrosán , que tuvo la fortuna de conocerlo personalmente. Debió de ser un encuentro notable, sobre todo cuando éste –como narra en su peculiar novela El Tesoro de los Lagos de Somiedo - comenzaba a adentrarse en el fabuloso mundo cultual astur, de la mano de Miranda, al que no tuvo ningún reparo en considerar como uno de los grandes adeptos de lo que en aquéllos tiempos se denominó como la Gran Fraternidad Astur , cuyo rastro, a

Lagos de Covadonga: breve crónica de una excursión al misterio

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'...antes de las siete ya estaba, paso a paso, caminando hacia el lago, deseoso de extasiarme ante el claro espejo de sus aguas diáfanas, y ver de cerca el lugar de aquel progidio que había leído antaño en Los Doce Césares del romano Suetonio, de que, al ir Galba a tomar posesión de la prefectura Tarraconense, cayó del cielo un rayo en el lago Cantábrico o Enol y aparecieron doce hachas de piedra, señal inequívoca, decían, de estar llamado el nuevo gobernador a vestir la púrpura de los Césares'. (1) M ea culpa: emprendí este viaje, siguiendo las recomendaciones de un intrépido Caballero de la España Mágica, como fue aquél atrevido caminante llamado Juan García Atienza, recientemente fallecido. Dicen que todo viaje es un sueño; incluido el más largo de todos, aquél cuya amarra es cortada súbitamente por la Parca, para facilitarnos el retorno a los orígenes de la tierra. Tal vez Juan, instalado plácidamente al otro lado del espejo, haya encontrado respuestas a los múltipl