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Mostrando entradas de agosto, 2010

Reposición: Toledo, conciliábulo de brujas y soñadores

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[Verba volant, scripta manent: las palabras se las lleva el viento, lo escrito permanece. Nunca es demasiado tarde para decir lo siento] A firma Julio Caro Baroja en su obra Vidas Mágicas e Inquisión, referente a las brujas manchegas y toledanas, que los fondos del Archivo de la Inquisición de Toledo referentes a hechicería son escasísimos en procesos de los comienzos del tribunal; abundan, relativamente, los que corresponden al reinado de Carlos I, bajan en el de Felipe II y suben de modo considerable en el siglo XVII, para volver a bajar en el XVIII.Yo estoy y no estoy de acuerdo. En primer lugar, porque una visita a Toledo resulta, si no hechizadora, al menos sí hechizante; y en segundo lugar, porque las brujas, lejos de desaparecer, exterminadas por ese fuego supuestamente purificador que con tanta arbitrariedad y -¿por qué no decirlo?- con tanta mala leche aplicaban los padres dominicos, proliferan en la actualidad como esas golondrinas que revolotean alegremente por encima de igl

Molina de Aragón: Santuario de la Virgen de la Hoz

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D e igual manera que en el caso del Santuario de la Virgen de Jaraba, los orígenes aparicionistas y marianos de este santuario molinés de la Virgen de la Hoz, se remontan a los albores de ese prodigioso siglo XII, pródigo en episodios mistéricos envueltos en los avatares de un larguísimo, complicado y épico episodio nacional, al que la Historia, justamente, para variar, ha acertado en denominar como Reconquista. S orprendentes resultan, así mismo, los paralelismos que hacen de ambos lugares un foco cultual antiquisimo -numerosa es la huella celtíbera, por ejemplo, localizada a todo lo largo y ancho del Señorío de Molina, como demuestran, entre otros, los restos del castro de El Ceremeño, en la cercana población de Herrería-, así como el denominador común, que hace de la figura del pastor el vehículo predilecto por el que la Divinidad se manifiesta, transmitiendo su deseo de recibir culto en ese lugar preciso y no en otro. Q uien haya acudido alguna vez a esta zona en concreto del Alto

Zaragoza: Santuario de la Virgen de Jaraba

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A unque pertenece a la provincia de Zaragoza, hubo un tiempo en que la zona perteneció -según Fuero, aunque también es cierto que puesto en duda por algunos historiadores- a una tierra pródiga en santuarios y apariciones marianas: el Señorío de Molina de Aragón; o más concretamente, como se denominó en tiempos, Molina de los Caballeros. Recordemos, como ejemplos significativos, los santuarios de la Virgen de la Hoz, de la Virgen de Montesinos -de igual nombre que la famosa cueva manchega, donde el más universal de nuestros hidalgos caballeros, don Quijote de la Mancha, protagonizó una de sus extrañas, iniciáticas aventuras- y el monasterio de monjas cistercienses de Buenafuente del Sistal. S i bien hacía tiempo que tenía conocimiento de este lugar tan peculiar, no fue, si no de casualidad, como me topé con él de camino a Calatayud, señalizado en un desvío de la N-II, a una distancia de 30 kilómetros, aproximadamente, de ésta emblemática población aragonesa; a 15 kilómetros de Nuévalos