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Mostrando entradas de 2013

Feliz Navidad y Feliz Camino

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C ielos plomizos, puertos cerrados y caminos duros, en algunos tramos particularmente resbaladizos y peligrosos. Después de una larga vigilia, la tierra duerme bajo una impoluta sábana blanca, que cubre el colchón de hojas legado por el otoño. A punto de abrirse la puerta solsticial, la tierra descansa, seguramente soñando con la próxima primavera. Es tiempo de campanas, de panderetas, de cucharillas rasgando el vidrio de las botellas de anís del Mono y también de ramos de acebo colgados de la puerta de los albergues. Hay peregrinos que acaban de retornar a casa, con su Compostelana en la mochila y una experiencia marcada a fuego en su alma, cuyo recuerdo les acompañará toda la vida. Otros, quizás más temerarios, apenas acaban de comenzar su periplo vital y se enfrentan a los rigores de un Camino especialmente duro en estas fechas. A todos ellos, sea cual sea su situación y se encuentren en el tramo que se encuentren, dedico, como viene siendo tradición, mis mejores deseos de una

Dos perlas en el Camino: el Crucero de Marrubio y la Capela de San Antón

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D e oca a oca y tiro porque me toca . El Camino, dentro o fuera de los senderos tradicionales de peregrinación, es infinito y reserva numerosas curiosidades y maravillas, las cuales, como diría el escritor Juan Eslava Galán, merece la pena conocer y visitar, al menos una vez en la vida. Es por ello, que propongo un pequeño desvío, y una vez adentrados en la vecina provincia de Orense, tomar la dirección hacia Montederramo y las estribaciones de la Sierra de San Mamede, para contemplar una pequeña obra de Arte, de las pocas que quedan de su género y características en Galicia: el cruceiro de Marrubio y la anexa Capela de San Antón. La recomendación, obviamente, sería hacerlo sin prisa, dejando vagar al espíritu a su libre albedrío, disfrutando intensamente del entorno y de las sensaciones que nos sugiere, si bien es verdad, que cuando lo visité, a primeros de septiembre, el fuego -ese terrible dragón moderno, por lo general despertado intencionada y criminalmente-, había hecho algun

La iglesia de Santiago, en Barbadelo

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O tro de los templos relevantes del Antiguo Camino o Camino Francés a su paso por la provincia de Lugo, es el levantado en la población de Barbadelo, a la figura del Apóstol Santiago. Un templo curioso, que por su aspecto, y comparativamente hablando, ofrece ciertas semejanzas con aquél otro dedicado a la figura de San Pedro, que se levanta en A Mezquita, pueblo situado en la vecina provincia de Orense. De este templo, que según el Padre Yepes formó parte de un monasterio que fue anexionado a Samos en el año 874, y a pesar de las sucesivas reformas sufridas a lo largo de los años, se conservan piezas de extraordinario interés, sobre todo referidas a los motivos grabados en el tímpano de su portada principal, orientada al oeste, donde se localiza la misteriosa -y quizás prerrománica- figura del orante, a cuyos lados parecen advertirse dos soles. Por debajo de ella, se aprecia, así mismo, un curioso motivo de aros entrelazados, en cuyo centro se sitúa una extraña figura de rasgos ani

La iglesia de San Salvador de Sarriá

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V eintitrés son los kilómetros que separan al peregrino que sale de Portomarín para dirigirse hacia otro de los enclaves obligados en esta parte del Camino de las Estrellas que atraviesa una provincia, Lugo, donde no faltan multitud de referencias de toda índole. Si bien Sarriá ha crecido alrededor de su calle Mayor, sus murallas y sus templos más emblemáticos dedicados a las figuras de Santa Marina -ojo al dato- y San Salvador, respectivamente, de su antiguo esplendor histórico-artístico apenas sobrevive, más o menos entero, éste último, pues de las murallas apenas quedan algunos retazos y la iglesia de Santa Marina ofrece, cuando menos, un aspecto totalmente remozado. También existía el hospital de San Antonio, sobre el que se puede añadir -valiéndonos de la información proporcionada por Don Elías Valiña (1), fallecido párroco de O Cebreiro- que se piensa fue fundado por el propio conde de Lemos, siendo su gran protector el clérigo Leonís de Castro y Portugal, hijo del marqués de

La iglesia de San Xoan de Portomarín

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P ortomarín es un espejismo en el Camino de Santiago; una villa reconvertida aún más si cabe en marinera cuando se llevó a cabo la creación del embalse de Belesar, bajo cuyas aguas y en un lecho de limo y olvido, yacen eternamente muchas de las casas del antiguo pueblo. Por eso, poco o nada es lo que parece, pues incluso su monumento histórico-artístico más destacado, la iglesia de San Nicolau o de San Xoán, como es más conocida, tampoco está en su lugar original, sino que fue trasladada piedra a piedra de su emplazamiento a la orilla del río. Y aún así, no obstante, quien visita Portomarín y se detiene a contemplar ésta insigne maravilla que en tiempos formó una de las encomiendas más importantes de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en la provincia de Lugo, miente si afirma que no le impresionó. Y es que, contemplando la soberbia estructura de templo-fortaleza que tiene esta emblemática joya arquitectónica cuyos orígenes se remontan al siglo XIII, es difícil no pensar

La iglesia de San Salvador de Vilar de Donas

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E stoy plenamente convencido, de que este templo de San Salvador de Vilar de Donas, es uno de los ejemplos más singulares, simbólicos y misteriosos de cuantos elementos conforman esa maravillosa universidad mistérica que es, después de todo, el Camino de Santiago. Es una pena, así mismo, que la bondadosa locuacidad del respetado párroco de O Cebreiro, don Elías Valiña -que en merecida paz descanse-, no le haya dedicado a este fascinante lugar más que unas breves líneas, que se antojan indiferentes ante la importancia de su dimensión. En ese sentido, causa estremecimiento pensar que incluso el propio lugareño que amablemente abre unas puertas cuyos maravillosos herrajes se remontan, como en la catedral de Lugo, al siglo XIII, posea una locuacidad tan certera, que el visitante experimente verdaderos apuros para seguir la línea de una conversación que se hunde, cuando menos, en esos misteriosos inicios de lo que fuera, allá por el siglo XII, un monasterio fundado por monjes irlandeses

Hay otros mundos, pero están con el otoño

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'...tal vez consiguiese entender un día que las personas llegan a la hora exacta al lugar en que se las espera...' (1) N o hay prisa, pues, de manera que estamos en un momento ideal para que el peregrino se relaje y disfrute, siquiera por unos breves instantes, de esa mágica supernova de expresivo colorido con la que el Otoño, puntual siempre a su cita, arbitra las irreconciliables diferencias entre dos estaciones netamente antagónicas, como son el verano y el invierno. Detallista, como de costumbre, las botas pisan sobre esa alfombra de hojas que previamente a desplegado el heraldo del viento norte y que él arrastrará unos metros en su camino; el aire se impregna de humedades y nostalgias y la tierra se convierte en arcilla que moldea amorosamente huellas anónimas que se pierden en la distancia. Se preparan las chimeneas, se rebusca en los armarios y se desempolvan los viejos jerseys. El ganado trashumante regresa a casa y las cigüeñas abandonan sus nidos en las torr

Bouzas: petroglifo cristianizado

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U no de los detalles más fascinantes de Galicia, al menos en mi opinión es que, sin importar la provincia ni tampoco los motivos que te lleven a pisar su ancestral suelo, el destino parece tener una rara facilidad para tender celadas, haciendo que caigas en las redes del misterio en cualquier recodo del camino. Dejándonos llevar por él, y continuando con los pormenores de ésta auténtica ruta mágica por tierras aurienses, dejada atrás la singular iglesia prerrománica de Santa Eufemia de Ambía -levantada, según todos los indicios, como ya se aventuró en la anterior entrada, sobre un antiguo Ninfeo, donde todavía parece que se conserva como soporte del altar, el exvoto que Aurelio Faos Tamacano , ciudadano del Imperio, dejó en honor de las ninfas, seguramente aliviado y agradecido por la curación de alguna dolencia-, difícil sería continuar camino haciendo caso omiso de una sencilla señal, que apenas dos kilómetros más adelante, en Bouzas, tienta al viajero con una única pero sugestiv

Santa Eufemia de Ambía: otro Ninfeo que ya no es

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P osiblemente, una vez visto el Ninfeo de Santa Eulalia de Bóveda, no resulte demasiado incómodo, siquiera para el peregrino que no tiene prisa en llegar a Compostela, cambiar momentáneamente de provincia y, aunque de manera breve, darse un interesante paseo por San Esteban de Ambía y detenerse un momento a contemplar esa pequeña iglesia prerrománica, dedicada a la figura de Santa Eufemia que, lejos de exagerar, constituye uno de los pocos templos de su género sobrevivientes en la provincia. De hecho, este lugar forma parte de una interesante ruta mistérica que, arrancando de Allariz, continúa por Xunqueira de Ambía -con su inconmensurable Colegiata de Santa María, cuya iglesia conserva similar factura a la de Santa Mariña de Augas Santas-, Bouzas -donde todavía subsiste un interesante petroglifo con forma de laberinto, convenientemente cristianizado por un crucero y una ermita-, Baños de Molgas -lugar de termas, ya conocidas desde la época romana- y Maceda -con su Castelo, reconve

Un lugar mágico a la vera del Camino: Santa Eulalia de Bóveda

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A penas dista una veintena de kilómetros de un lugar que fue un bosque sagrado para los antiguos celtas, que lo habían dedicado a una de sus principales divinidades, Lug y donde los romanos levantaron una ciudad y una empalizada que, a menor escala, desde luego, pero comparativamente hablando, ejercía similares funciones a las del famoso muro de Adriano en la también brumosa Britania, para mantener a raya a los pueblos conquistados: Lugo. Tampoco queda dentro de las lindes del Viejo Camino o Camino Francés, a su paso por la provincia, pero la insignificante distancia que lo separa de éste, apenas tres kilómetros, supone un esfuerzo menor que muchos peregrinos, posiblemente atraídos por los reclamos, más persistentes en la actualidad, se arriesgan a afrontar tan ínfimo desvío, posiblemente sabiendo que van a ver algo verdaderamente especial, que no les dejará en modo alguno indiferentes y que, de hecho, supondrá otra de las múltiples experiencias del Camino, dignas de contar y recor

O Vello Lugo Agrario: una ruta a la vera del Camino

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'Todos, absolutamente todos, somos vagabundos en esta vida. ¿Acaso hay alguien que no esté aquí de paso?...' (1).   E n ocasiones, vagabundear merece la pena; alejarse de las rutas previamente establecidas, no sólo conlleva una placentera sensación de dulce expectativa, sino que también aporta la oportunidad de descubrir lugares nuevos, sitios fascinantes que muchas ocasiones dejamos a un lado de esa ruta o de ese camino que previamente nos habíamos fijado. Llegamos a nuestro destino, sí, pero muchas veces, al hacerlo, pagamos también un alto precio. Eso ocurre con muchas rutas alternativas que rozan los caminos tradicionales de peregrinación. Una de ellas, anexa al Antiguo Camino o Camino Francés a su paso por la provincia de Lugo, es ésta: la Ruta O Vello Lugo Agrario . Una ruta, no excesivamente larga que, paradójicamente, comienza y termina en uno de los lugares más especiales de la provincia: Bóveda. En Bóveda, se conserva algo realmente extraordinario y digno de v

Triacastela: iglesia de Santiago

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T riacastela, por algún motivo indeterminado, nunca se convirtió en la gran urbe soñada por el rey Alfonso IX; al menos, esa es la opinión de un peregrino que, según él mismo confiesa en uno de sus libros más conocidos, recuperó su Espada en el Camino de Santiago: Paulo Coelho. Son, aproximadamente, veinte los kilómetros que la separan de ese centro inconmensurable de Poder, que es O Cebreiro, y unos diez –kilómetro más, kilómetro menos- los que hay desde esa parada que los peregrinos generalmente obvian, en la que nos quedamos en nuestro último tranco: Temple. Precisamente, tanto Alfonso IX primero, como su hijo Fernando II después, fueron generosos con la Orden del Temple, independientemente de que el primero mantuviera sus más y sus menos con ellos, ordenándoles desmantelar, a instancias de su hermana Doña Urraca, el poblado que éstos habían desarrollado alrededor de su bailía de Faro, lugar en el que se habían instalado, probablemente, por la intercesión del poderoso conde de

Un lugar llamado Temple

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D ejando atrás Hospital da Condesa, y apenas un kilómetro más adelante, un desvío a la derecha señala hacia el lugar donde se ubica Sabugos y un pueblecito denominado Temple. Fuera de la ruta específica del Camino de las Estrellas a su paso por este hermoso pero difícil tramo, los peregrinos, no obstante, se adentran por este desvío pues, a unos cien metros, aproximadamente, su ruta continúa por un sendero rural, paralelo a la carretera general. Este sendero, queda convenientemente señalado por un mojón, en el que alguien, con toda la intención implícita, ha sustituido las típicas flechas y vieiras de señalización, por el esotérico símbolo de la pata de oca; aquélla, precisamente, que llamada Runa de la Vida , el peregrino ya ha tenido ocasión de observar como cruz y símbolo martirial -no olvidemos tampoco, a este respecto, la leyenda nórdica del dios Odín- en dos lugares muy determinados del Camino: la iglesia templaria del Crucifijo, en Puente la Reina y, de haber tenido suerte y

Hospital da Condesa

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D e tranco en tranco, o mejor quizás, de oca en oca, el siguiente punto de interés para el peregrino, en este tramo del Camino de las Estrellas, se encuentra, aproximadamente, a cuatro o cinco kilómetros del Alto de San Roque, que acabamos de dejar atrás. No se trata, tampoco, de una población importante, pero sí cuenta con hostales y algún que otro lugar de restauración, que el peregrino agradece. Como en los anteriores casos de O Cebreiro y Liñares, volvemos a encontrarnos, en su iglesia de San Juan, ese estilo peculiar que caracteriza los templos de la zona y que, aún consistente en esa austera sencillez rural, no dejan de ser, después de todo, construcciones que respetan, al menos de forma básica, las reglas de la Geometría Sagrada, y de las que un buen observador, puede sacar alguna que otra puntilla interesante. De nuevo aquí, en la iglesia de San Juan, el peregrino vuelve a experimentar ese ciclo simbólico de muerte y renacimiento, que le hace penetrar en el templo de oeste

El Alto de San Roque

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U n intrincado laberinto de dunas graníticas se hace infinito ante la vista del peregrino que, dejando atrás las últimas casitas de Liñares y su iglesia dedicada a la figura de San Esteban, alcanza los 1270 metros de altitud de este Alto que, como se veía en la entrada anterior, lleva el nombre de un santo misterioso y caminero, compañero cuando no guardián inseparable, generalmente, de Vírgenes Negras: San Roque. E videntemente, la historia ha cambiado lo suficiente como para que, situado a escasos metros de la carretera general LU-633, el peregrino, aún mareada su visión con la contemplación de este interminable mar pétreo que conforman esta parte de los denominados montes de Galicia, no pierda el rumbo y pueda continuar su camino sin errar la ruta hasta el siguiente tranco. Pero para el peregrino medieval, ésta visión debía de constituir una formidable muralla que atravesar, para continuar recogiendo claves en su camino de trascendencia personal. Ignoro, lo reconozco, lo que é

Liñares y su iglesia de San Esteban

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E l siguiente tranco de este tramo de la Ruta Sagrada , como diría Juan García Atienza, se localiza a poco menos de cinco o seis kilómetros de O Cebreiro. De hecho, como afirmaba Don Elías Valiña en su Guía del peregrino a Compostela (1), Liñares fue pertenencia de O Cebreiro, quien disponía allí de plantaciones de lino para subvenir las necesidades del monasterio y del hospital . Si antaño tuvo alguna relevancia, como también deja entrever el fallecido párroco de O Cebreiro, en cuanto a mesones y hospederías, apenas constituye hoy en día un pequeño poblado, enclavado prácticamente a la vera misma de la carretera general que se dirige hacia Triacastela. Pero cuenta al menos, con dos lugares interesantes que reseñar: la iglesia de San Esteban y un restaurante situado a la salida del pueblo, entre éste y el cercano Alto de San Roque. D e estilo rural, que recuerda por su planta y forma esa clase especial de templos montañeses que siguen como modelo base la iglesia de Santa María l

De O Cebreiro a Triacastela: magia en el Camino del Peregrino

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- Primero te daré un aviso -dijo el padre Jorge-. La Ruta Jacobea es sólo uno de los cuatro caminos. Es el Camino de la Espada. Puede proporcionarte Poder, pero no es suficiente. - ¿Cuáles son los otros tres?- -Conoces por lo menos dos: el Camino de Jerusalén, que es el Camino de Copas o del Grial, te dará la capacidad de hacer milagros; y el Camino de Roma o Camino de Bastos, te permitirá la comunicación con otros mundos. - Falta el Camino de Oros para completar los cuatro palos de la baraja -dije en tono de humor. Y el padre Jorge rió. - Exactamente. Éste es el camino secreto que, si algún día lo realizas, no podrás contarlo a nadie.... (1)   E l Extraño Camino de Santiago o el Camino de la Espada . Según relata Paulo Coelho, fue precisamente aquí, en O Cebreiro, donde recuperó su espada; una espada que le fue entregada en mano por su Maestre, que le esperaba en el interior de la iglesia de Santa María la Real, levantada hace casi un milenio, por monjes francos

Un breve paso atrás hacia el Bierzo, donde el Niño Jesús juega a cartas

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L legados a este punto, el mágico Juego de la Oca nos indica que, para seguir caminando por los lugares más emblemáticos de otra provincia que aún conserva muchas claves que habrán de maravillar al peregrino, es necesario retroceder varias casillas en el Tablero, y detenerse, siquiera sea por unos breves instantes, en ese hechizador Bierzo -tierra incomparable de misterios, guardada incondicionalmente en el pasado por la Orden del Temple-, y en un pequeño pueblecito, que también tiene su homólogo en la provincia que acabamos de abandonar: Cacabelos. C acabelos, cercano ya a la frontera lucense, vegeta plácidamente, custodiando con celo un misterio ancestral en su imponente parroquial. Con razón, muchos peregrinos continúan desolados su camino hacia Piedrafita y las cumbres imponente del Cebreiro, pues rara vez tienen ocasión de encontrarse las puertas abiertas y poder acceder al interior del templo donde, colgado de uno de los laterales de los muros, un pequeño retablo del siglo