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Mostrando entradas de junio, 2014

Villacibio: eremitorio de San Pelayo

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L a tercera punta del tridente o imaginaria pata de oca que conforma esta pequeña pero interesante ruta mágica, se localiza a ocho kilómetros de Olleros y a cinco kilómetros escasos de Mave y Santa María de Mave. Siguiendo una carretera comarcal que se adentra en las peculiaridades de un hermoso paisaje, donde campos de labor y monte bajo se alternan a uno y otro lado con melancólica indiferencia, dejamos atrás el pequeño pueblo -sería mejor decir poblado o aldea- de La Rebolleda y dos kilómetros más adelante, antes de llegar a Villacibio, hemos de tomar un pequeño sendero rural que aparece repentinamente a nuestra derecha. A diferencia de muchos lugares del norte, un cartel bien visible a pie de carretera, nos avisa oportunamente del lugar al que queremos dirigirnos: el eremitorio rupestre de San Pelayo. O lo que vendría a ser lo mismo, pero antes de la cristianización y de los Concilios de Toledo de 609 y 610 contra los veneratore lapidi : San Pelagio o San Pelasgo .   E l s

Santa María de Mave

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S iguiendo esta pequeña pero sugerente ruta mágica por el corazón de esta parte de la palentina Tierra de Campos, supongamos que en el centro de una imaginaria pata de oca, custodiando de cerca los enclaves sagrados formados por la iglesia rupestre y el castro cercano a Olleros de Pisuerga, así como el pequeño eremitorio de San Pelayo, situado en el término municipal de Villacibio, las pequeñas poblaciones de Mave y Santa María de Mave, comparten en lo más profundo de sus cimientos una historia lejana, que tiene como base el establecimiento de una comunidad benedictina, que al amparo de la Regla de San Benito, dejó profunda huella en el lugar, con la típica forma y los privilegios de un fantástico monasterio, que aunque venido a menos con el paso de los siglos y reconvertido en la actualidad en un privilegiado complejo hostelero deja entrever, no obstante, parte de esas grandiosidad que lo caracterizó un día.   S ituada, aproximadamente, a tres kilómetros de Olleros, aún se pue

Rezando en el corazón de la piedra: la iglesia rupestre de Olleros de Pisuerga

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N o importa si el Camino se desarrolla dentro o fuera de los márgenes previamente establecidos en itinerarios históricos, inmemoriales o recientemente recuperados; y tampoco importa si los lugares que visitamos han de aportarnos exclusivamente hitos, indulgencias o delirios mágico-religiosos. En el fondo, lo que verdaderamente importa es el Camino en sí y todas las experiencias que han de llenarnos y enriquecernos mientras lo recorremos. Bajo este punto de vista, no nos costará mucho imaginar, entonces, que convirtiéndonos voluntariamente en jugadores de excepción y utilizando las singulares propiedades de ese Tablero Mágico por antonomasia, que conoce bien todo peregrino, nos dejemos llevar por el vuelo trascendental de las Ocas, y diciendo adiós, o mejor aún, hasta la vista a Daroca y sus ángeles cantores , nos introducimos, una vez más, en las singularidades y maravillas de una tierra legendaria, como es Palencia. Una vez allí, apartándonos de la monotonía de esa autovía que, n