Enclaves de Poder I
S an F rutos de D uratón S oy un lugar hermoso, pero agreste, que tiene un fuerte temperamento, razón por la cual durante siglos se han referido a mi como el desierto del Duratón . Hasta donde alcanza mi memoria, tengo recuerdos de haber sido lecho en un mar que hace millones de años fue caldo de cultivo para diferentes formas de vida. Dejé de serlo cuado mi madre, la Tierra, se convulsionó violentamente, alejándome del líquido amniótico que hasta entonces me envolvía. P or mi forma, generalmente se me conoce como las Hoces del río Duratón, aunque durante siglos fuera para los hombres un lugar terrible e indeseable, como he dicho antes, calificándoseme como inhóspito. D esde luego, buena parte de culpa de que tenga esta forma, la tiene, según las leyendas de los hombres, un santo varón llamado Frutos, de origen godo y noble cuna que, deseando encontrar a Dios en soledad, repartió su hacienda entre los pobres y buscó cobijo en mi cercanía. Por aquél entonces, dominaban España los sarrac