Jaca y Navarra
Santa Cruz de la Serós: iglesia del Monasterio de Santa María (siglo XI)
En la iglesia de Santa María tenemos, sin duda, uno de los edificios más emblemáticos e importantes del románico oscense. Su perfil, definido por una torre de remate octogonal, recuerda, en parte -ojo, digo en parte- la forma de otros edificios, como la iglesia de San Miguel de Lillo, joya, también, del prerrománico asturiano. Su historia, que se remonta a los nebulosos idus del siglo XI, está asociada con figuras importantes de la realeza de la época, contando con el mecenazgo de doña Sancha, hija del rey Ramiro I, quien ingresó en el cenobio en 1070, al enviudar de Armengol III de Urgel. Con ella, ingresaron también su hermanas doña Urraca y doña Sancha, detalle significativo por el que se puede entender la protección y las generosas contribuciones de la familia real a la congregación religiosa establecida en el lugar, situado a la vera de un importante monasterio: San Juan de la Peña.
Declarada con todo merecimiento Monumento Histórico-Artístico, llama la atención su espléndido pórtico, en el que se pueden apreciar, entre otros numerosos detalles, dos curiosas inscripciones, cuyo mensaje evangélico está directamente relacionado con el Camino de las Estrellas.
Ambas inscripciones, se encuentran localizadas en el dintel del pórtico principal, la primera y en el círculo del crismón, la segunda. Su contenido, es el siguiente:
'Corrígete antes de invocar a Cristo'.
'Yo soy la Puerta fácil, entrad por mi, fieles. Yo soy la Fuente de la Vida, tened sed de mi más que de vinos. Todos los que penetréis en este templo bienaventurado de la Virgen'.
Santa Cruz de la Serós: ermita de San Caprasio (siglo XI)
De igual manera que ocurrió en tiempos con la iglesia de Santa María, la ermita de San Caprasio constituye en la actualidad la única construcción superviviente de un cenobio religioso, aunque en este caso, de índole masculino.
Los historiadores tienden a considerar a ésta ermita, como parte de lo que se puede denominar como el primer románico de origen lombardo introducido en la Península a través de los condados catalanes, algo natural, en definitiva, si tenemos en cuenta la escasa distancia que existe entre Santa Cruz de la Serós y la frontera francesa, situada a apenas unos cuarenta kilómetros de distancia.
Por otra parte, al referirnos a ésta curiosa ermita de San Caprasio, hablamos, a priori, de un edificio pequeño, sin ornamentación, ni aparentemente huellas de marcas de cantería que puedan indicarnos alguna pista acerca del gremio que trabajó en la zona, que se compone de una sencilla nave con dos tramos y un pequeño ábside semicircular.
Su interior, austero donde los haya, muestra una pequeña pila de agua bendita, adosada a la pared, en el lado izquierdo de la puerta. Su único, escueto mobiliario, consiste en dos bancos de madera, que se encuentran situados a ambos lados del altar de piedra, sin relieve aunque posiblemente original. Por detrás de éste, y hacia el centro, coincidiendo con el estrecho ventanal, una pequeña repisa escalonada soporta el peso de una estatua policromada -posiblemente de madera- que representa al santo. La túnica, así como la toga que viste, denotan un atuendo de probable influencia romana; en su mano izquierda, porta lo que podría considerarse su atributo: una pluma.
La peculiaridad de este santo, aparte del nombre -San Caprasio o San Cabra, ya mencionado por muchos autores en el pasado, como Juan García Atienza- es que es poco conocido en la Península, y que yo sepa, su culto sólo se localiza en otra región; concretamente en Soria, en el pueblecito de Suellacabras -aquí el paralelismo con el nombre supongo que tiene mucho que decir- cercano a las localidades de Renieblas y Almajano.
A diferencia del San Caprasio jaqués, del San Caprasio soriano existe una figur -recuperada de las ruinas de su ermita-cenobio y actualmente conservada en la ermita de la Virgen de la Blanca- que lo representa con los atributos de obispo, incluídos unos guanteletes negros.
Como hecho significativo también a destacar, añadir que junto la ermita de San Caprasio, en Santa Cruz de la Serós, hay un pozo, que bien pudiera señalar la existenci, en el pasado, de algún dolmen u orientar hacia la posible hipótesis de que tal vez en el lugar se desarrollaran cultos anteriores al Cristianismo, y por lo tanto paganos, que fueron reemplazados con el tiempo.
Añadir, por último, que no es el primer caso de hermanamiento cultual con otra región, pues, como veremos más adelante, en Puente la Reina, la iglesia de Santiago queda igualmente hermanada con la localidad segoviana de Santa María la Real de Nieva, a través de la Virgen de Soterraña, aunque con algunas curiosas diferencias a destacar.
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