La joya gótica de Castro Urdiales



 Tiene Castro Urdiales, además de la belleza que le proporciona su situación y su condición como uno de los principales puertos del Mar Cantábrico, una de las joyas góticas más impresionantes y carismáticas, de cuantas se levantaron, cuando menos, en la milenaria Comunidad de Cantabria: su iglesia, que iba camino de convertirse en catedral, dedicada a la figura de Nuestra Señora de la Asunción.



Su ábside, mirando hacia el este y dándole la espalda a ese vehículo inmemorial de transmisión de cultura y sabiduría que es el mar y también dándole la espalda al pequeño castillo y su faro, nos recuerda, en los gestos fieros e incluso burlones de sus guardianes, las gárgolas, ese lenguaje secreto o argot, que según el misterioso autor Fulcanelli, utilizaban las hermandades de canteros medievales, no sólo para comunicarse entre sí, sino también como una forma de expresión codificada, por la que tan sólo los verdaderos iniciados podían acceder a su oculto mensaje.



Éste, su mensaje, aún mal herido por la erosión y afectado en buena medida por el salitre el mar, se distribuye –aparte del conjunto del templo, que en líneas generales viene a representar esa definición que San Bernardo hacía Dios, basándose en las características de la denominada Geometría Sacra, como son la proporción, el equilibrio, la mesura, la longitud y la armonía- en una serie de figuraciones simbólicas, que cual secuencia Fibonacci, metafóricamente hablando, sorprenden al visitante con su críptica teatralidad.



Hasta el punto, que podría decirse, que aparte de buscar a Dios en las alturas –como definía Goethe a los constructores góticos- éstos enmascaraban unas enseñanzas, que basadas, posiblemente, en la arcaica fuerza de los mitos, subyacían, y así parecían entenderlo muchos de los peregrinos que iban libando estas gotas de sabiduría en su duro camino hacia Compostela, en lo más profundo de lo que siglos más tarde C.G. Jung, aquél extraordinario suizo, al sus amigos más allegados llamaban ‘el brujo de los Alpes’, definiría como el inconsciente colectivo.



Quizás, aparte de las gárgolas y la multitud de representaciones que se caracterizan por su ambivalente pintoresquismo, llame la atención aquélla en particular, en la que una osa parece amamantar a sus crías.



Y dado que Castro Urdiales fue en época medieval, uno de los principales puertos del Cantábrico a donde arribaban multitud de peregrinos que deseaban visitar la tumba del Apóstol Santiago en Compostela, pudiera ser que esa misma osa representara simbólicamente el camino de las estrellas y en especial esa constelación de la Osa Mayor, con la que éstos debían orientarse, haciendo bueno el aserto del misterioso Hermes Trismegisto –el Toth egipcio- cuando decía aquello de que lo que está arriba es igual a lo que está abajo.



AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual y por lo tanto, están sujetos a mis Derechos de Autor.



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