Pueblines del Camín: Pedroveya
De Pedroveya, no obstante cualidad característica de tantos y tantos pueblecitos de nuestra geografía peninsular, destaca esa sólida arquitectura rural que se nutre de la piedra, la teja -cuando no la pizarra, abundante en el Principado- y la madera para constituir los pequeños núcleos unifamiliares, que se agrupan, como una piña, alrededor de una plazuela central en la que destaca, dignos sobrevivientes de un mundo ancestral, la visión sublime de varios hórreos.
A la vera de algunos de éstos -realmente, es un placer verlos con el colorido adicional que les proporcionan las ristras de ajos, de guindillas y de tradicionales panochas de maíz, colgando como trofeos de las paredes laterales, como lo es también, observar la placidez con la que un viejo pastor alemán duerme la siesta en los escalones- hay una casa familiar, que ofrece alojamiento y comida caser al forastero. Bien dentro, o a la sombra de los hórreos, no es raro ver la afluencia de comensales, sobre todo en los meses de verano. Aquí volví a reencontrarme con el pote asturiano y con un postre hecho a base de huevo, leche y azúcar -los frisuelos-, que volvieron a recordarme aquéllos felices días de infancia en la casa de los abuelos paternos, en Boronas de Otur, Luarca.
Transversal a la plazuela y los hórreos, parte un camino que, dirigiéndose hacia las lindes del pueblo, desciende más adelante hacia unos desfiladeros que se tornan imponentes a medida que la distancia se va desvaneciendo. Después de franquear algunos metros de bosquecillo, el camino se despeja, a ambos lados, ofreciendo la inconmensurable visión de unas praderas que semejan olas caribeñas por el color esmeraldino de la hierba que las recubre. A la izquierda, con la peana rectangular lamida por ésta, se distingue un ara o altar, que posiblemente denote el lugar donde se practicaran en tiempos, cultos precristianos posteriormente adaptados por los evangelizadores. Al lado derecho, y al frente, la praderilla que circunda a la iglesia de San Antonio, como muchas relevantes iglesias del Camino de las Estrellas, se convierte en el punto de reunión de los excursionistas que se dejan caer exhaustos sobre ella, después de una dura pero intensa etapa. En este caso, desde luego, la etapa en cuestión no es otra que el recorrido del Desfiladero encantado de las Xanas, que se extiende hasta el vecino concejo de Santo Adriano, terminando en la confluencia de la denominada Senda del Oso, y desde luego, en las cercanías de Tuñón.
Localizable, así mismo, en las inmediaciones, se encuentra el famoso Puerto Ventana, por el que, según la tradición, pasaron las santas reliquias traídas de Jerusalén por Santo Toribio, camino del Monsacro, lugar de culto ancestral, en el que fueron depositadas y puestas a salvo de la rapiña musulmana.
Antes que Dios fuera Dios
y el sol diera en estos riscos,
los Quirós eran Quirós
y los Garrido, Garrido.
Comentarios
antes que dios fuera dios / y los peñascos peñascos / los Quirós eran Quirós / y los Velascos, Velascos.
A mi tambien me gusta mucho Asturias. Un abrazo