miércoles, 3 de septiembre de 2008

Puertos de montaña legendarios: Pajares


Comentaba un asturiano ilustre, Melchor Gaspar de Jovellanos, refiriéndose al puerto de Pajares que 'aquellas elevadísimas rocas, monumentos venerables que recuerdan las primeras edades del tiempo, al tiempo que ofrecen a la vista un espectáculo grande, raro y en cierto modo magnífico, llenan el espíritu de ideas sublimes y profundas, le ensanchan, le engrandecen y le arrebatan a la contemplación de las maravillas de la creación'.
Por otra parte, y refiriéndose no sólo a Pajares, sino al resto de lo que podría denominarse como las montañas de Asturias, el poeta Salvador Rueda, dejó en candelero los siguientes versos:
'...desde el fresco Borines hasta el Pajares,
de Busdongo a la orilla del mar undoso,
no hay lugar entre tantos bellos lugares
que no iguale a Suiza por lo precioso'.
En tiempos más cercanos, no es extraño ver que un lugar como Pajares, permanece vivo en el folklore y la música de grupos asturianos como Nuberu, que mezclan éste con un activismo de izquierdas, 'que en su derecho tán'. Y en mi opinión, no importa lo que se diga de un lugar como Pajares, ni tampoco quién lo diga y por qué. No importa, porque, tanto unos como otros, se dejan influenciar por algo tan sublime y universal, como es la belleza.
Tampoco puedo negar, que a medida que las nieves del tiempo van asentándose sobre una cabeza que a pesar de la apariencia, aparcó la juventud en ese limbo irrecuperable donde es de suponer que descansan su sueño eterno locuras y quimeras, los zarpazos del recuerdo -como esa zarpa de fiera con que los legionarios se refieren a la suerte-, afloren con una imperiosidad vital.
Tal vez no me detuve en Pajares el tiempo que hubiera deseado, pero sí estuve el tiempo suficiente como para recuperar una pequeña, infinitesimal parte de un sentimiento de admiración que, lejos de dejarse vencer por los continuos vaivenes de la vida, permanece fresco e inmortal en mi memoria.
Quizás por eso, no seguí la 'variante de Payares'.