En ocasiones la Naturaleza, sabia por encima de todas las cosas, gratifica al peregrino, mimándole con su maquillaje original. Contemplar un hermoso arcoiris, señalando un Alfa y un Omega que une Cielo y Tierra, recompensa después de una fatigosa aunque productiva jornada.
Tan magnífico arcoiris, nos gratificó, con creces, el paso lunes, 29 de marzo, en los eríneos campos cercanos a Luesia, mientras más o menos agotados, regresábamos al lugar de hospedaje: Ejea de los Caballeros.
Espero que la presente entrada sea gratificante para todo aquél viajero que se pasee por estas páginas.