jueves, 10 de octubre de 2013

O Vello Lugo Agrario: una ruta a la vera del Camino


'Todos, absolutamente todos, somos vagabundos en esta vida. ¿Acaso hay alguien que no esté aquí de paso?...' (1).
 
En ocasiones, vagabundear merece la pena; alejarse de las rutas previamente establecidas, no sólo conlleva una placentera sensación de dulce expectativa, sino que también aporta la oportunidad de descubrir lugares nuevos, sitios fascinantes que muchas ocasiones dejamos a un lado de esa ruta o de ese camino que previamente nos habíamos fijado. Llegamos a nuestro destino, sí, pero muchas veces, al hacerlo, pagamos también un alto precio. Eso ocurre con muchas rutas alternativas que rozan los caminos tradicionales de peregrinación. Una de ellas, anexa al Antiguo Camino o Camino Francés a su paso por la provincia de Lugo, es ésta: la Ruta O Vello Lugo Agrario. Una ruta, no excesivamente larga que, paradójicamente, comienza y termina en uno de los lugares más especiales de la provincia: Bóveda. En Bóveda, se conserva algo realmente extraordinario y digno de ver: el que posiblemente sea el único Ninfeo de la Península. Una maravilla que, aunque lamentablemente destrozada por la ignorancia que ha sacudido a este país durante siglos, todavía es capaz de hacer estremecer la sensibilidad de todo aquel que se atreve a acercarse y contemplarla. Junto a ella, y en una ruta que apenas se separa unos tres kilómetros del Camino original, antiguos molinos, enclavados junto a ríos de aguas calmas, quizás encantadas por el influjo ancestral de las mitológicas donas d'aigua, e iglesias de bella planta románica, con mensajes languideciendo al viento, como la iglesia de San Miguel, en Bacurín. Y por supuesto, la presencia, siempre significativa de esas tradicionales ocas, siempre custodias de los lugares con misterio.
Creo que, una vez dejada atrás Triacastela, es hora de continuar haciendo camino. Y este no resultaría, a fin de cuentas, relevante, si este loco vagabundo no incluyera, siquiera algunos de los lugares -tanto dentro como fuera de las lindes propias del Camino- más especiales con los que se ha topado en su solitario caminar.

 
(1) Griam: 'El Peregrino Loco', Ediciones Obelisco, S.L., 1ª edición, febrero de 2006, página 97.