(1) Término acuñado por la Editorial Plaza & Janés para una de sus colecciones que, junto con aquella titulada Otros Mundos, hiciera furor en la España de finales de los setenta y principios de los ochenta.
El Camino ha sido siempre, ya lo sabes, la senda por la que ha circulado el conocimiento iniciático y donde se han preservado los misterios de la antigüedad...(Matilde Asensi)
lunes, 29 de noviembre de 2010
Encuentros con el Misterio
(1) Término acuñado por la Editorial Plaza & Janés para una de sus colecciones que, junto con aquella titulada Otros Mundos, hiciera furor en la España de finales de los setenta y principios de los ochenta.
martes, 23 de noviembre de 2010
Una visión apócrifa de las Caras de Bélmez
Los fenómenos que genera ésta gran máquina extrasensorial -o ésta situación, si se prefiere- quedan determinados o englobados en una pseudociencia -aceptada y considerada como materia universitaria en algunos países- denominada Parapsicología. Y dentro de la Parapsicología, y siguiendo la extraordinaria aceptación o conmoción causada por dos agentes de ficción, Mulder y Scully, los casos más persistentes o más relevantes, y por supuesto sin cerrar, más que nada porque no hay Dios que se atreva a cerrarlos -como algunas salas de fiesta, donde el politiqueo está a la orden del día- pasan a ser considerados como Expedientes X. Tal y como suena; una importación más como Halloween, o Santa Claus o Papá Noel.
Bélmez, y esas caras que parecen perseguir a una familia en cuestión, aunque conservan en su fuero interno la denominación de origen made in Spain, continúa siendo, aún en la actualidad, todo un expediente X.
No obstante, cuando se tiene la oportunidad de conocer a un testigo, que a su vez conoce a la familia, y de hecho, ha estado muchas veces en la casa y ha visto las caras -o caretos, según expresión textual- y también la hucha -creo que entendí bien, aunque no me quedó claro si estaba sólo como adorno- depositada en un aparador de la entrada a la vivienda en cuestión, uno vive, en parte, ese expediente del que, al parecer, y vista ésta versión, ni siquiera el clásico escrito por Manuel Martín Serrano (1) tiene, por decirlo de alguna manera, la última palabra.
Aquí, desde luego, entran en escena dos factores que están más acá, pero mucho más allá de la Parapsicología y sus insondables misterios: un lugar acogedor en el que escuchar plácidamente una historia, y una anfitriona con encanto más que suficiente para contarla: Missis B.
El caso es espeluznante, desde luego, pero juro que, a pesar del misterio; de los detalles escabrosos y del terror que pueda producir el hecho de que a medida que vayan falleciendo en la casa, vayan apareciendo caras que recuerdad -y lo digo con todo el respeto del mundo- a los seres queridos, en mi vida me he podido reír tanto. Hay testigos de cuanto digo, desde luego, y en su conciencia dejo corroborarlo o, por el contrario, hacer como aquél ambiguo personajillo romano, que de nombre Poncio y apellido Pilatos: lavarse las manos.
Ahora bien, en mi descargo, tan sólo añadiré que, mientras Missis B hablaba, la tarde se abatía sobre una tranquila, quizás somnolienta Albanchez; el Aznaitín, como queriendo dar a entender que también era rey y parte del misterio, lucía una gloriosa corona de niebla que le tapaba la cara, ¡perdón, la cima!, y alguien -como ese Voldemor de la serie Harry Potter, que no debe ser nombrado- tranquilizaba en su regazo al pequeño Mongui.
Para mi desgracia, en esa ocasión me falló la grabadora.
(1) Manuel Martín Serrano: 'Sociología del milagro. Las caras de Bélmez'.
viernes, 19 de noviembre de 2010
Don Quijote y el jardín encantado de Sierra Mágina
El caso es que, se sea mejor o peor narrador, las historias te asaltan apenas das la vuelta a la esquina de tu casa: un gato negro que se cruza en tu camino de madrugada, cuando aún la luna sobresale pálida por encima de los tejados de las casas; el primer autobús, que pasa raudo como un fantasma por la calle, sin detenerse en una parada cuya marquesina, cinco minutos después, cobijará a los mismos viajeros de siempre; el bar en el que te detienes unos minutos a tomar un café, y en el que a veces coincides con alguien nuevo, que arrastrará consigo una historia diferente, tan sólo con su manera de dar o de no dar los buenos días...
sábado, 13 de noviembre de 2010
Contrastes de Magia Natural
sábado, 6 de noviembre de 2010
Águilas de Albanchez
Dicen que Jaén, es la provincia de España que más castillos posee. Yo no lo pongo en duda, aunque a día de hoy, y por más que me pese, he de confesar que sólo he tenido la oportunidad de visitar y conocer uno de ellos: el de Albanchez de Mágina. Tal vez por eso, e intentando alardear de imaginación -divino tesoro- puedo decir que, a mi modo de ver, los que decidieron instalarse allí, siquiera para una simple función de vigilancia, debían de poseer, en el fondo, un alma de águila, o en su defecto, unos deseos irreprimibles de llegar a habitar un día los lugares en los que éstas, de forma natural, suelen escoger para hacer sus nidos.
Los carteles no lo mencionan, pero se me ocurre pensar que a lo mejor, antes que ellos, hombres de otras culturas y creencias aún más antiguas, decidieran, de igual manera, instalar en sus cornisas altares de sacrificio con los que honrar y apaciguar a unos Dioses, cuya voluntad de complacencia y enojo la encontramos allí cerca, en esas vecinas inmediaciones, bajo la forma de una montaña que, de hombre Aznaitín, guarda todavía innumerables misterios; una montaña que atrae irremisiblemente la atención, hasta cuando, enfurruñada, decide cubrirse de niebla para no dejarse ver.
Lugar, pues, de ensoñación, y situados en las almenas de este pequeño castillo, no resulta una banalidad pensar que tal vez el terrible y asesino Daniel de mi niñez, sea semejante a ese otro ser monstruoso que por aquí conocen como juancaballo y que, al decir de las buenas gentes del lugar, se guarece y habita en lo más impenetrable de ésta montaña del Aznaitín, siendo incluso capaz de comerse a hombres, mujeres y niños, cuando el hambre le obliga a abandonar sus guaridas y bajar hasta el pueblo.
Y no obstante, una vez superado el vértigo y contenidos esos terrores ancestrales que anidan en el corazón y que despiertan repentinamente, con la facilidad de un chasquido de dedos, no resulta ilícito, en absoluto, perseguir la quimera del oro, observando cómo el sol, en su declive, va descubriendo infinitud de vetas áureas en las cimas de los montes de alrededor. Vetas en las que existe la posibilidad de que el sol señale los lugares donde los pequeños leprechauns -que se vieron obligados a cambiar de aires cuando los bosques que habitaban fueron roturados para sembrar olivos por romanos, visigodos y árabes- ocultaron a la codicia de los hombres, esas ollas repletas de monedas de un oro que se deshace entre las manos, como se deshace la magia de la luz cuando el sol se oculta cada día más allá del horizonte.
Lugares, en definitiva, donde las ensoñaciones del ayer, como la materia, no se destruyen sino que se transforman en los sueños de hoy.
Enlaces recomendados:
http://saludyromanico.blogspot.com/2010/10/nido-de-aguilas_19.html
http://laberintoromanico.blogspot.com/2010/11/albanchez-nido-de-gorriones-de-re.html