El Camino ha sido siempre, ya lo sabes, la senda por la que ha circulado el conocimiento iniciático y donde se han preservado los misterios de la antigüedad...(Matilde Asensi)
lunes, 28 de diciembre de 2009
El Duende estuvo aquí: el Palacio de Viana
miércoles, 23 de diciembre de 2009
El Duende y la Calleja de las Flores
lunes, 21 de diciembre de 2009
La Torre de la Calahorra
jueves, 17 de diciembre de 2009
El Duende, el Caballero Pelargonium y la Mezquita
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lunes, 14 de diciembre de 2009
Buscando el Duende de Córdoba
En mi sueño, recuerdo que llegaba a casa poco más o menos que a la hora de comer. Era un día festivo del mes de octubre, en el que por alguna mediática razón que no acierto a comprender, salvo que recurra a la incertidumbre profética que vaticina un cambio climático terriblemente devastador, el otoño, disfrazado de veranillo de San Martín, se negaba a mostrar su faceta más exhibicionista y procaz, permitiendo que el sol nos engañara, haciéndonos pensar que estábamos inmersos en un estío apararentemente sin fin. A esas alturas de mes, como digo, en mi sueño observaba que las hojas de los árboles, aún a pesar de ir adquiriendo progresivamente los tonos dorados de las burbujas de cava, que parece que nacen y mueren con más ímpetu en Navidad, rechazaban el primigenio honor de hacer de alfombra para las aceras, aunque en los grandes parques de Madrid -como el del Capricho de la marquesa de Osuna- las ardillas, sin duda más cautas y previsoras que las indolentes cigarras, aprovechaban su agilidad para desplazarse a toda velocidad por las autopistas arbóreas, llevando alimentos a su despensa, previendo, es de suponer que por instinto, un largo y difícil invierno.
El teléfono móvil, pues, sonó aún antes de que tuviera tiempo siquiera de quitarme la chaqueta y según incierta costumbre, convertida en pésimo hábito adquirido después de mi gris e intranscendente periodo como soldadito español, la dejara caer como un fardo encima de la cama.
- Hola, Caminante, -dijo una voz familiar, que inmediatamente identifiqué como la de mi amigo Malvís.
Incluso soñando, no pude evitar pensar que cuando Malvís abandona la Fraga, la aventura pinta, cuando menos, en oros.
En efecto, asi era. Cuál tentador Mefistófeles, la voz segura, abogada y ligeramente aventada por ese impetuoso levante que suele cortejar, cuál enamorado trovador, a la coqueta Alcazaba almeriense, me hechizaba con proposiciones fantásticas, evocándome la antigua, incombustible magia de Al-Andalus. Creo que pronunció la palabra Córdoba; y no obstante, por alguna razón inexplicable que no conseguía comprender ni siquiera al despertar, en mi sueño se coló, sigilosa y enigmática como la Esfinge, la palabra Duende.
Curiosamente, también, recuerdo que desperté en el preciso momento en el que Malvís me abrazaba telefónicamente y colgaba a continuación la comunicación. Algún tiempo después, supongo que de una manera paracientífica, cuando no premonitoria, me encontré viajando hacia Córdoba en compañía del Maestro Alkaest y la Señá Polvorilla, aunque bien es cierto, que en mi mente sólo anhelaba una cosa: encontrarme cara a cara con su Duende.
Si lo encontré o no, habréis de juzgarlo vosotros mismos en el futuro.
martes, 1 de diciembre de 2009
sábado, 28 de noviembre de 2009
Lugares Mágicos de Madrid: el Templo de Debod
En efecto, allí nací, en el sur de mi Egipto amado, cerca de donde el Nilo corta al Tropico de Cáncer, recibiendo el amparo de los benéficos rayos de Ra, mi adorado dios del Sol, en un pequeño oasis, protegido por las doradas, ondulantes y ardientes dunas del desierto. A Amón y a Isis me consagraron, y en el ínterin de los siglos, mi sagrada estructura fue visitada, entre otros y por diversas razones, por egipcios, nubios, nómadas y romanos. Incluso me visitó, aunque dejara breves reseñas, ese al que os referís como el padre de los jeroglíficos, Jean-François Champollion. Desde luego, eran otros tiempos...
Languidezco, pues, en una ciudad que, aunque reconozco la admiración de muchos de sus habitantes, su clima, después de todo, me afecta y me hace estremecer. A veces, cuando la luna se refleja e las tranquilas aguas del estanque, sueño con las antiguas ceremonias -los sacerdotes y sacerdotisas purificándose en el uabet, el pasillo central por el que ahora entra todo el mundo como si nada- mientras se dirigen, entonando cánticos, hacia el mammisi, el lugar más sagrado, donde se produce el renacimiento de la Diosa.
Es evidente que el tiempo pasa; que los imperios, sean estos más grandes o más pequeños, nacen, se desarrollan, envejecen y mueren; que la luna, el sol e incluso las estrellas resultan muy diferentes, dependiendo del lugar desde el que se miren. Pero si algo han aprendido por encima de cualquier otra consideración, éstas, mis ahora tristes y enfermas piedras, es que sólo una permanece para siempre inalterable: el amor.
En el fondo, no dejo de ser cómplice, al fin y al cabo, de éste, pues si bien durante el día recibo a numerosos visitantes, es no obstante, por la noche, cuando al amparo de mi hermética mole, vuelvo a escuchar los viejos susurros, los promesas y los inmortales proyectos de amor.
lunes, 23 de noviembre de 2009
Lugares Mágicos de Madrid: la estatua del Ángel Caído
No dejo de ser una estatua, y sin embargo, ¡cuántos misterios conservo!. No os extrañéis, ni penséis que, cuál representación abominable de la Rebelión, lo que os voy a decir son simplemente falacias. Así lo quiso mi padre, de nombre Ricardo Bellver y de profesión, en apariencia, escultor.
Lejos de ver en mí esa bestia abyecta de un Génesis demasiado complicado para ser siquiera intuído -cuando menos comprendido- por vuestras limitadas mentalidades humanas, pensad en mí como en un espíritu libre y mitológico que volvió a nacer en 1877, en una época en la que todavía algunas cosas no se hacían porque sí, y hasta donde una, en apariencia, inocente estatua, ocultaba detalles evidentemente ajenos a la casualidad.
No aludáis al adjetivo de la vanidad para calificarme, si os digo que Bellver, gracias a mi, obtuvo, un año después de mi renacimiento, la primera medalla en la Exposición de Bellas Artes, aunque curiosamente, fuera concebido algunos años antes -en 1874- en esa ciudad eminentemente papista, conformada por la lectura al revés de la simplista palabra amoR. Tampoco penséis que me olvido de mi ilustre padrino, el duque Fernán Núñez, cuyo interés y generosidad hizo posible éste, mi nuevo renacer. He de reconocer, así mismo, que no todo fueron pétalos de rosa durante mis primeros pasos -hubiera sido un indigno desperdicio, ¡válgame la serpiente!, más típico de la guillotinada realeza francesa- pero, en general, el pueblo de Madrid me acogió con un interés ciertamente extraordinario. Supongo que por este motivo, el Museo del Prado, decidió donarme a este pueblo, e instalarme en el monumental Parque del Retiro. Por tanto, aunque mi gestación se realizara en Roma, mis raíces, como podéis comprobar, son bien castizas, como esos callos y ese cocido, que tan merecida fama tienen.
Mi puerta, o la Puerta del Ángel Caído, si preferís, está situada justo enfrente de una cuesta mágica que lleva el nombre de Claudio Moyano, donde acuden a diario todos aquellos soñadores que aún mantienen la fe en la quimera de los sueños y del conocimiento. Por supuesto, sería injusto que mi padrino no gozara, también, de algún privilegio; de manera que, si accedéis por aquí, necesariamente tendréis que pasar por el paseo que lleva su nombre para llegar al lugar donde me ubico, que no es otro, que el que ocupaba la Fábrica de Porcelanas Chinas, destruída en 1813, durante los avatares de la Guerra de la Independencia.
Y ahora, llegados a ésta ínsula literaria, pregunto: ¿os parece casualidad, acaso, de que mi ubicación, precisamente se encuentre situada a 666 metros de altitud sobre el nivel del mar?. Sí, en efecto. El número del Anticristo o de la Bestia, según el Apocalipsis de San Juan. ¿No me creéis?. Dejadme añadir, entonces, que cualquiera puede comprobarlo, pues así aparece registrado en Gerencia de Urbanismo.
Por otra parte, acusadme, si queréis, de vanidad, pero no permitidme manifestar todo mi orgullo, pues puedo decir muy alto que soy la única estatua en el mundo dedicada a la figura del Demonio.
domingo, 22 de noviembre de 2009
Lugares Mágicos de Madrid: la Cuesta de Mollano
viernes, 13 de noviembre de 2009
Caprichos de Madrid
No se precisan más comentarios. Aunque en pequeña parte y de corta duración, han sido reunidos con el único fin de liberar algo del estrés que una ciudad como Madrid puede llegar a generar.
Y de paso, ¿no creéis que de vez en cuando nos podemos dar el Capricho de Soñar?.
lunes, 9 de noviembre de 2009
domingo, 1 de noviembre de 2009
Cuento de Otoño
domingo, 4 de octubre de 2009
Caminos de Peregrino
Seguramente, después de pasar por Jaca, se deje caer por el pueblecito de Santa Cruz de la Serós donde, una vez efectuada la correspondiente visita a la ermita de San Caprasio -humilde, solitaria y de reminiscencias mudéjares- se detenga unos minutos en el pórtico de esa maravillosa obra de arte románica, que es la iglesia que sobrevive a lo que en tiempos constituyera un importante cenobio femenino: Santa María.
Allí leerá atentamente la inscripción que se recoge en el crismón -Yo soy la Puerta fácil, entrad en mi, fieles. Yo soy la Fuente de la Vida, tened sed de mi más que de vinos, todos los que entréis en este templo bienaventurado de la Virgen- y después de orar y meditar, se encaminará despacio hacia la carretera que, aproxidamente media docena de kilómetros más allá, le llevará directamente hasta un lugar místico y mágico, construído al abrigo de la roca: el monasterio de San Juan de la Peña.
En la capilla de la iglesia, antes de visitar el claustro y dejarse llevar por el mensaje de sus capiteles, se arrodillará frente a esa reproducción del Grial, recordando, emocionado, que se encuentra en el que sea, probablemente, uno de los lugares más santos que han pisado sus pies.
Una vez en tierras navarras, no dejará de visitar, bajo ningún concepto, el monasterio de Santa María de Leyre. Antes de acceder a su sagrado recinto y atravesar el pórtico de su Puerta Especiosa, apreciará la inconmensurable belleza del entorno que le rodea; el paisaje shambhálico del atardecer, con sus cielos mostrando una espectacular gama cromática de violetas y rosados que le recordarán los atardeceres de otro mundo; quizás ese otro mundo en el que durmió su sueño el abad Virila o aquellos otros paisajes del Asia Central, donde Nicolás Roerich oyó a los lamas hablar del Rey del Mundo.
Antes de llegar a Puente la Reina, se desviará de la ruta, por ser de obligada visita, y encaminará sus pasos hacia la ermita de Santa María de Eunate, que algunos creen fue de templarios y otros de una cofradía de sepulcristas, y dará las tres vueltas de rigor alrededor de su planta octogonal, deteniéndose algún tiempo a meditar debajo de la estrella de ocho puntas de su bóveda.
En Puente la Reina, etapa obligada, es de rigor y cortesía la visita a la iglesia del Crucifijo, donde el Cristo crucificado sobre un madero con forma de pata de oca le dejará, aparte de maravillado, singularmente intrigado. Conocerá, seguro, la historia que cuenta que fue donado por unos peregrinos alemanes, en agradecimiento a las atenciones recibidas.
Siguiendo la Calle Mayor, y antes de llegar al famoso y emblemático Puente de los Peregrinos -que en su momento cruzará con entusiasmo- se detendrá, también, en la iglesia de Santiago. Allí, aparte de la figura de Santiago Peregrino, se encontrará con una imagen blanca de la Virgen de Soterraña, que le hará recordar la talla original, negra, que se conserva en el monasterio-convento que lleva su nombre, ubicado en la población segoviana de Santa María la Real de Nieva.
Sin duda, se sentirá decepcionado en Estella, al encontrarse la espectacular iglesia de San Pedro de la Rúa en obras y totalmente cubierta de andamios. Pero allí, una vez repuestas las fuerzas con una jugosa comida, podrá resarcirse en el cercano monasterio de Irache, e incluso tendrá ocasión de saborear un agradable y excelente trago de vino de la Fuente del Peregrino, con el que afrontar la última etapa del camino mostrado en el presente vídeo, que termina en la población de Torres del Río.
Si hay una región en la que con mayor persistencia han sobrevivido numerosos mitos y referencias al Santo Grial, es, sin duda, la zona norte de Burgos, las denominadas Merindades.
Lugares como San Lorenzo de Vallejo, Santa María de Siones, San Pantaleón de Losa, La Cerca o San Pedro de Tejada, entre otros, fueron en el pasado y continúan siendo en el presente, paso obligado de peregrinos, bien procedentes de los puertos cántabros de Santoña o Castro Urdiales, bien procedentes de la árida meseta castellana.
Parte de la culpa de esta fama griálica, la tienen los canteros medievales; precisamente aquéllos que, en Santa María de Siones, dejaron crípticos mensajes en sus capiteles, seguramente sin sospechar que en el futuro, otros hombres interpretarían acertada o equivocadamente tales mensajes.
Camino de Reconquista
No deja de ser peculiar, que en estos caminos del Norte, siempre se tiene la sensación de que cualquier cosa es posible. Montañas, bosques frondosos, nieblas eternas, fuentes y ríos reciben al peregrino cargadas con la idiosincracia de tradiciones de milenaria arraigambre entre las gentes del lugar. No es de extrañar, pues, que con tales paradigmas, el peregrino que recorre esos caminos presienta, con ciertos visos de realidad, la presencia de toda clase de mitos, de claves y de seres fantásticos que, si bien ocultos en apariencia, se muestran con mayor o menor esplendor en las frías superficies, por ejemplo, de las piedras labradas que decoran sus templos más emblemáticos.
Templos que conjugan diferentes periodos históricos y artísticos, fieles a determinadas creencias y tradiciones, pero que, por otra parte, coinciden en cuanto a la conciencia sagrada del lugar, elevándose muchos de ellos en sitios que otros hombres, otras civilizaciones anteriores ya habían sacralizado miles de años antes.
Apolo, Marte, Júpiter, Molock, Beltane, Cernunnos...restos de esa múltiple conciencia divina, universalizada posteriormente en el concepto unitario de Dios, ya preconizado en algunas grandes culturas de la Antigüedad, como la egipcia. Celtas, griegos, romanos, cartagineses, fenicios, visigodos, judíos, árabes...pueblos todos que hollaron estos parajes, dejando numerosas huellas de su presencia.
Por eso, al peregrino no le extraña encontrarse con una estrella de David -también conocida como Sello de Salomón- en templos cristianos como el de Santa María de la Oliva, en Villaviciosa, e incluso creer entrever parte de la clave de su presencia cuando, echando un vistazo más atento, descubra numerosas cruces patadas.
Dos kilómetros más allá de Villaviciosa, en la pequeña población de Amandi, la formidable iglesia de San Juan, tampoco le dejará indiferente, e incluso creerá entrever huellas de esos frates-milites instalados a lo largo y ancho del Camino, en una pequeña pila bautismal situada en los capiteles de la derecha del pórtico principal e incluso en algún canecillo del ábside.
En su caminar hacia el conventín -San Salvador de Valdedios- no dejará pasar la oportunidad de recalar en Lugás -Llugás, como gustan decir los asturianos- y rendir homenaje a Santa María, en la iglesia que lleva su nombre.
jueves, 1 de octubre de 2009
Una curiosidad de las Merindades: la fuente de Villarcayo
martes, 22 de septiembre de 2009
lunes, 21 de septiembre de 2009
Monasterio de Santa Clara: Museo de Arte Sacro
- El Cristo románico-gótico.
- El Cristo yacente, espectacular talla atribuída al artista Gregorio Fernández, el Divino que fue expuesta en pasadas ediciones de las Edades del Hombre.
- La denominada Cruz de Lepanto, que participó en la famosa batalla librada contra los turcos.
- El denominado Relicario de los Siete Círculo, una extraña y curiosa obra, probablemente realizada por el famoso platero Oquendo.
- Una talla de la Escuela Flamenca.
- Un cuadro de Hendrick de Clerk (1570-1630).
- La espectacular talla gótica de una curiosa Madonna: la Virgen de la Flor.
Contiguas al convento, se localizan las ruinas del Hospital de la Vera Cruz, fundado en 1438 por don Pedro Fernández de Velasco, Conde de Haro, siendo uno de los edificios más señoriale de su época, actualmente en estado de consolidación para facilitar el acceso a las visitas.
viernes, 11 de septiembre de 2009
martes, 8 de septiembre de 2009
Ríos de las Merindades: el Trueba a su paso por Medina de Pomar
viernes, 4 de septiembre de 2009
Una joya de las Merindades: Puentedey
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domingo, 30 de agosto de 2009
sábado, 22 de agosto de 2009
Don Benardino: el Último Custodio
Debo no obstante, aclarar, antes de proseguir, que mi acceso a ésta notable persona, a este celoso Custodio de varios de los templos más emblemáticos de la Merindad del Valle de Mena –como Santa María de Siones, San Lorenzo de Vallejo o San Pedro Apóstol, de El Vigo- no hubiera sido posible sin la planificación de otra persona, a la que me honro en considerar amiga y cuya experiencia, sabiduría y buenos consejos, son siempre un referente a seguir: Manuel Gila.
Creo que fue en ese momento, más o menos, cuando Manuel Gila nos reunió a Rafael Alarcón y a mi, señalándonos a don Bernardino como especialistas en el Temple. En honor a la verdad –y que nadie lo considere como falsa modestia, sino, más bien como justa objetividad de una persona que aceptará gustosamente laureles el día que realmente se los merezca- tal calificativo le venía como un guante a Rafael, no a mi que, sin embargo, y por más que me pese, sólo puedo aspirar de momento a considerarme como un simple aficionado. De manera Manuel que, aunque agradezco y me enorgullece el detalle, suum cuique, estimado amigo, a cada uno lo suyo.
Créase o no, don Bernardino aparecía radiante por aquél entonces, entusiasmado, comentando temas y detalles con unos y otros, mientras en su sonrisa octogenaria se adivinaba la sonrisa de inocencia de ese niño que a todos nos acompaña y que suele manifestarse, inesperada, espontáneamente, en un determinado momento de felicidad. Y es que don Bernardino estaba feliz. Sí, feliz y orgulloso de poder mostrar unos templos bajo su responsabilidad cuya importancia -además de la derivada de estar situados en el Camino de las Estrellas- radicaba, también, tanto en su belleza, como en los numerosos enigmas históricos que aguardaban pacientemente a través de los siglos.
Recuerdo, con especial emoción, las veces que don Bernardino se me acercó para preguntarme si ésta o aquélla cruz, eran templarias. Una, en particular, era aquella que lucía en el escudo un guerrero esculpido en un capitel situado, aproximadamente, a la altura del coro:
Desde luego, desde nuestra posición en el suelo de la nave, bien pudiera parecerlo. Pero don Bernardino me desconcertó a continuación, cuando añadió:
-Efectivamente –contesté-, aunque era más propia de los antonianos, una poco conocida agrupación religiosa creada por San Antón, un santo, en mi opinión, tan enigmático como San Roque e incluso, si me apuran, como el mismo Apóstol Santiago.
Situada, aproximadamente, a un kilómetro y medio –a lo sumo, dos kilómetros- de Vallejo de Mena, la pequeña población merindense de Siones guarda la que, en mi opinión –y dándola, me gustaría constatar que no pretendo, en absoluto, desmerecer- es la joya indiscutible de este imaginario triángulo románico situado en el Valle de Mena: la iglesia de Santa María.
Por ello, y también porque su interés y generosidad, repito, me desbordaron, quiero creer que la presencia de don Bernardino nos hace a todos mucha falta y que él, sabiendo esto, va a esmerarse todavía mucho más en su cuidado. Y termino, simplemente añadiendo que, siendo su interés en el Temple otro motivo de hermanamiento, no se me ocurre nada mejor, don Bernardino, que decirle que si la vida es un pañuelo, el Temple se hace camino al andar.
sábado, 1 de agosto de 2009
Valle de Boides: Monasterio Cisterciense de Santa María
miércoles, 29 de julio de 2009
lunes, 27 de julio de 2009
domingo, 26 de julio de 2009
Foráneos del Cantábrico: Tazones
El vuelo de las gaviotas acechando en la bahía, algunas posadas en tierra, picoteando y excarvando la dorada arena y otras manteniendo un perfecto equilibrio en los mástiles sedientos de mar de algunas barquichuelas, con nombre de mujer, varadas puerto adentro, al comienzo de las calles. No muy lejos de éstas, destacando junto a la panadería, que sirve, a la vez, como tienda donde forrar la maleta de recuerdos artesanos envueltos en papel de periódico, una casita -la de les Conches- llama poderosamente la atención, siendo el foco de atracción principal del marinerito barrio de San Roque.
Conchas y caracoles de todos los tipos y tamaños, que lanzan destellos de colores al ser alcanzadas por los primeros rayos del sol de la mañana, revisten sus muros y columnas, meintras que algo más allá, y al principio de la cuesta, un hórreo centenario trae a la memoria las señas de identidad de una arquitectura autóctona y popular, que se ha mantenido vigente a lo largo de los siglos.
Suena el eco de cencerros y campanas en la distancia, e intuyo que el ganado, despierto hace rato, espera con ansiedad el momento de ser liberado de su encierro, para lamer el rocío plateado que corona las puntas de hierba de los cercanos prados.
Después de la resaca de la noche, el personal de los lugares de restauración va abriendo lentamente las puertas, armados de escobas y fregonas; en cuestión de horas, el ataque turístico volverá a la carga y la ligera brisa que lame la espuma de las olas llevará consigo, también, una pequeña babel idiomática, cuyo denominador común será, no me cabe duda, una mediática alegría estival.Tazones, un pueblecito marinero en la costa del Cantábrico y una estrella de ocho puntas en la ría de Villaviciosa.
viernes, 24 de julio de 2009
Foráneos del Cantábrico: Cudillero
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Peregrino en Asturies
martes, 21 de julio de 2009
Navarra
La capital del románico navarro, en opinión del historiador Julio Caro Baroja, y, paradójicamente, la ciudad donde el románico se nos negó, al estar en obras y totalmente cubierta de lonas y andamios, su joya principal: la iglesia de San Pedro de la Rúa.
Una ciudad que, a continuación de Puente la Reina -una continuación de apenas 20 kilómetros- constituye otro de los puntos fuertes en el Camino de Santiago, y paso obligado, por tanto, de los peregrinos que se dirigen hacia Santiago de Compostela.
Monasterio de Irache y Fuente de lo Peregrinos
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Fuente de los Peregrinos
Después de comer opíparamente en Estella, recalamos en el monasterio de Irache, situado en las cercanías, antes de continuar ruta hacia Torres del Río, desde donde tenemos previsto regresar a Madrid, atravesando tierras de Logroño y Soria. Son las tres y media de la tarde y el antiguo monasterio está cerrado a cal y canto. Hemos de esperar, pues, hasta las cuatro, y mientras tanto, echamos un vistazo alrededor.
La marca vitivinícola Irache, posee un pequeño establecimiento situado enfrente del monasterio; pero, al igual que éste -y a pesar de las tres y media, hora de apertura que figura en un cartelito adosado a la puerta- hemos de esperar también hasta las cuatro para curiosear en su interior.
Entre éste y el monasterio, un sendero conduce, tal y como indica el cartel situado al comienzo del mismo, a la Fuente de Vino. Posiblemente más conocida como Fuente de los Peregrinos, se encuentra adosada a la parte de atrás del establecimiento y, aparte de algunas peculiaridades, posee dos grifos: uno de vino y otro de agua, debidamente especificados.
Destacan, principalmente, dos carteles situados a ambos lados de la fuente, en los que se puede leer lo siguiente:
¡Peregrino!
Si quieres llegar a Santiago
con fuerza y vitalidad,
de este gran vino echa un trago
y brinda por la Felicidad.
Fuente de Irache
Fuente del Vino
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Normas de Uso
A beber sin abusar
te invitamos con agrado,
para poderlo llevar
el vino ha de ser comprado.
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Torres del Río: iglesia del Santo Sepulcro
La última etapa de nuestra ruta por el Camino Jacobeo de las Estrellas, y sin embargo, todo un compendio de sabiduría, arte, hermetismo y misterio hacen de ésta iglesia del Santo Sepulcro uno de los templos más enigmáticos de todos cuantos existen en nuestro país.
Como en el caso de Santa María de Eunate, los investigadores ven la presencia del Temple entre sus muros, aunque, a diferencia de ésta, la verdadera función de tan desconcertante iglesia, trae de cabeza a cuantos investigadores se han adentrado en ella, hasta el punto de que incluso los historiadores más ortodoxos presienten en su pequeña planta circular, un lugar más propio para ceremonias de índole desconocida, que como templo consagrado exclusivamente a la oración y a los fieles.
Para aquellos que aceptan la teoría de que este tipo de construcciones de planta octogonal definen un modelo de construcción de índole netamente templaria, la iglesia del Santo Sepulcro es, junto con la de Santa María de Eunate y la Vera Cruz de Segovia, la tríada netamente templaria más destacable de la Península Ibérica.