martes, 5 de mayo de 2015

Olmedo: Parque Temático del Mudéjar de Castilla y León


Barcelona y su magia quedan atrás. Pero en la mente inquieta del peregrino resuenan, como un eco profundo y lejano, las misteriosas palabras de un filósofo francés, Paul Elouard, quien dejó escrita para la posteridad aquélla famosa frase de: hay otros mundos, pero están en éste. Uno de esos mundos, como bien saben los peregrinos y viajeros que se desplazan infatigables por los interminables llanos castellanos -o inclusive, aquéllos otros que lo hacen por tierras del antiguo Sobrarbe, término con el que se denominaba en la Edad Media al antiguo Reino de Aragón-, es una parte muy particular de un estilo artístico afín al Camino, el románico, que contando con alarifes de origen árabe como mano de obra principal, no sólo dejó una imborrable huella cultural de índole hispano-musulmana, sino que también, en el terreno económico, abarató los costes, llegando a sustituir la piedra -no siempre las canteras estaban en las proximidades, con la consiguiente dificultad y encarecimiento de su transporte- con elementos más livianos y fáciles de conseguir, como es el ladrillo. Más austeros y menos prolíficos en cuanto a ornamentación, es cierto -recordemos, no obstante al respecto, que los musulmanes tenían estrictamente prohibido la reproducción de imágenes- pero más livianos, no menos complejo en cuanto a geometría sacra aplicada y en cierto modo, armónicos y elegantes en su conjunto, los templos de constitución mudéjar siempre se han visto relegados a un inmerecido segundo plano. Tal vez por ello, así como por el planteamiento, honesto de cualquier manera, de explotar los aspectos culturales e históricos de unos templos, que después de todo, constituyen una excelente herencia patrimonial, Olmedo -la Villa de los Siete Sietes (1)-, acoge, seguramente para acrecentar aun más la fama de ciudad ejemplo del glorioso Siglo de Oro español, conocida mundialmente gracias a la prolífica pluma de uno de sus más insignes escritores, don Lope de Vega y Carpio, un pequeño tesoro de esparcimiento lúdico-cultural que, reproduciendo con una asombrosa perfección parte de los principales templos (2), castillos (3) e incluso algún edificio civil (4) de esa herencia mudéjar castellana, constituye una pequeña delicia para los sentidos: el Parque Temático del Mudéjar de Castilla y León.


(1) Se la denominaba así durante la Edad Media, porque poseía siete pueblos en su alfoz, siete arcos de entrada, siete iglesias, siete conventos, siete caños o fuentes y siete casas nobles.
(2) San Salvador de Toro (que fue del Temple), San Pedro de Alcazarén, la Asunción de Muriel de Zapardiel, San Tirso de Sahagún, San Andrés y San Miguel de Olmedo, San Juan Bautista de Fresno el Viejo, San Boal de Pozalvez y la Lugareja de Arévalo.
(3) Los de Coca y la Mota.
(4) Las puertas de Medina y Cantalapiedra (Madrigal de las Altas Torres, Ávila), el Palacio de Pedro I (Astudillo, Palencia) y el Arco de San Basilio (Cuéllar, Segovia).