martes, 22 de septiembre de 2009

lunes, 21 de septiembre de 2009

Monasterio de Santa Clara: Museo de Arte Sacro


Se trata de uno de los edificios más antiguos de Medina de Pomar, remontándose su fundación al año 1313, siendo don Sancho Sánchez de Velasco Adelantado Mayor de Castilla bajo el reinado del rey Felipe IV, quien lo cediera a una comunidad de religiosas clarisas. Declarado monumento de Interés Cultural, el monasterio, que en la actualidad alberga un interesantisimo Museo de Arte Sacro, muestra en su estructura diferentes estilos artisticos, como el gótico, el renacentista y el barroco.
Entre las formidables piezas de la colección, caben destacar, por su alto nivel historico y artistico, las siguientes:

- El Cristo románico-gótico.

- El Cristo yacente, espectacular talla atribuída al artista Gregorio Fernández, el Divino que fue expuesta en pasadas ediciones de las Edades del Hombre.

- La denominada Cruz de Lepanto, que participó en la famosa batalla librada contra los turcos.

- El denominado Relicario de los Siete Círculo, una extraña y curiosa obra, probablemente realizada por el famoso platero Oquendo.

- Una talla de la Escuela Flamenca.

- Un cuadro de Hendrick de Clerk (1570-1630).

- La espectacular talla gótica de una curiosa Madonna: la Virgen de la Flor.

Contiguas al convento, se localizan las ruinas del Hospital de la Vera Cruz, fundado en 1438 por don Pedro Fernández de Velasco, Conde de Haro, siendo uno de los edificios más señoriale de su época, actualmente en estado de consolidación para facilitar el acceso a las visitas.

viernes, 11 de septiembre de 2009

martes, 8 de septiembre de 2009

Ríos de las Merindades: el Trueba a su paso por Medina de Pomar

El Trueba, uno de los pocos ríos donde todavía se pueden ver ejemplares de cangrejos autóctonos, que la fortuna quiso que escapasen del genocidio promovido hace muchos años por ICONA, cuando introdujo el voraz cangrejo americano en los ríos españoles.
A su paso por Medina de Pomar, la multitud de bichitos conocidos como pulgas de agua que se ven evolucionando graciosamente en la superficie, son un claro indicativo -según se dice- de la calidad del agua.
Pero no quiero hablar de la calidad de las aguas; ni de los fantásticos meandros que el Trueba forma a su paso por ésta importante capital merindense, que recuerdan -comparativamente hablando- a esas dunas misteriosas de los desiertos de Arabia donde las tradiciones de los tuareg sitúan el lugar de residencia de los djinns, los genios de las arenas. Ni tan siquiera pretendo hablar de los cangrejos, sean o no autóctonos. Ni de las pulgas de agua, que me traen a la memoria aquéllas otras que conocí en las cristalinas aguas de los ríos asturianos, en cuyas riberas pasé inolvidables momentos en la niñez. No. En ésta ocasión -y creo que nunca es tarde, si la dicha es buena- quiero hablar de la fascinación que ejerce el agua sobre las personas. ¿Y qué mejor persona, como tuve ocasión de comprobar, que el amigo Pedro?.
Porque Pedro, aparte de ser un amigo, como he dicho, es también una persona fascinante. Una persona que aún conserva -¿cómo lo diría?- intacto ese envidiable poder de fascinación que, en mi opinión, puede caracterizar tanto a un niño como a un espíritu inquieto. ¿O sería mejor, definirlo como poseedor de ese poder de ensoñación que describiera Carlos Castaneda, en un intento por acercar esas oscuras tradiciones chamánicas al racionalismo occidental?. No sé, pero creo que en realidad, en Pedro se da la curiosa circunstancia de ser uno de esos felices adultos que han tenido la fortuna de conservar la esencia de los tres; es decir, la curiosidad, unida a la inquietud de espíritu, elevada a la ensoñación.
Dada su fascinación por todo lo relativo a la humedad, al agua, cualquiera diría que en Pedro se basaron las leyendas relativas al hombre-pez de Liérganes, en la lejana Cantabria; o que en él basó Jean-Jacques Annaud a su personaje protagonista de 'El Gran Azul'. Y es que Pedro, es escuchar la caída de una gota de agua y saltar como un resorte. Después de todo, y habiendo compartido tan buenos momentos en las Merindades, he pensado que sería injusto subir un vídeo de uno de los principales ríos por los que anduvimos, y no dedicárselo a él.
A fin de cuentas, observándole, uno no deja de preguntarse: ¿y si fue Ulises en una vida pasada, y donde hay agua, siente inevitablemente, la llamada de las sirenas ?.
Como dirían en los ruedos: ¡va por ti, Maestro!.


viernes, 4 de septiembre de 2009

Una joya de las Merindades: Puentedey

Puentedey, conocido desde antiguo como Puente de Dios. Y debe de ser cierto, a juzgar por su inconmensurable belleza, que una mano divina moldeó, hace miles, millones de años ese puente natural sobre el que se asienta.
Situado sobre el cauce del río Nela, como uno de los principales municipios pertenecientes a la Merindad de Valdeporres, multitud de fósiles son carta de presentación más que suficiente, para sugerir una historia cuyos pormenores se pierden en los abismos insondables del tiempo.
Menos insondables, desde luego, pero arcanos en su estilo son, sin duda, los orígenes de su iglesia de San Pelayo, en la que destaca la imaginería, tosca pero genuinamente descriptiva del tímpano románico de su portada, en la que se representa a un guerrero enfrentándose con su espada a una descomunal serpiente. Dicho de otro modo, y bajo mi punto de vista, una representación temprana que alude al tradicional enfrentamiento del Bien y del Mal; el arcángel San Miguel doblegando al Diablo, o San Jorge combatiendo al Dragón, mitificación de las virtudes del ideal caballeresco durante la Edad Media.


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