jueves, 19 de septiembre de 2013

Hospital da Condesa


De tranco en tranco, o mejor quizás, de oca en oca, el siguiente punto de interés para el peregrino, en este tramo del Camino de las Estrellas, se encuentra, aproximadamente, a cuatro o cinco kilómetros del Alto de San Roque, que acabamos de dejar atrás. No se trata, tampoco, de una población importante, pero sí cuenta con hostales y algún que otro lugar de restauración, que el peregrino agradece. Como en los anteriores casos de O Cebreiro y Liñares, volvemos a encontrarnos, en su iglesia de San Juan, ese estilo peculiar que caracteriza los templos de la zona y que, aún consistente en esa austera sencillez rural, no dejan de ser, después de todo, construcciones que respetan, al menos de forma básica, las reglas de la Geometría Sagrada, y de las que un buen observador, puede sacar alguna que otra puntilla interesante. De nuevo aquí, en la iglesia de San Juan, el peregrino vuelve a experimentar ese ciclo simbólico de muerte y renacimiento, que le hace penetrar en el templo de oeste a este, simulando, aunque a la inversa, ese mismo ciclo vital que realiza el sol todos los días, hasta desaparecer en el infinito horizonte del Finis Terrae. Pero antes de penetrar en el templo, es posible que se fije en lo más alto de su torre-campanario que, de igual manera que en los casos anteriores, está rematada por un pequeño templete que semeja –vuelvo repetir, comparativamente hablando- las stupas orientales. Y al hacerlo, verá también una cruz de Santiago, cuya punta se hunde en un poyete de piedra, de forma piramidal o monxoi. Siendo consciente de que se encuentra en una zona inequívocamente relacionada con el misterioso Santo Grial, resulta más que posible, que ésta visión le recuerde, por similitud, una de las leyendas más formidables de la Edad Media, inequívocamente relacionada, así mismo, con el tema del Grial, y encuadrada dentro del contexto del apasionante Ciclo Artúrico: la espada en la piedra.
La planta, de forma rectangular y ábside cuadrado –la misma forma, dicho sea de paso, que tiene también la planta de uno de los lugares más enigmáticos de la provincia de Orense, como es la denominada cripta o Forno da Santa, situada en el pueblecito de Santa Mariña de Augas Santas, cercano a Allariz-, recibe al peregrino con el barroquismo recargado y churrigueresco de su retablo principal, así como los retablos laterales, en los cuales, si éste no pierde detalle de todo cuanto se expone a su visión, podrá observar algunas curiosas peculiaridades que, cuando menos, le sorprenderán. Posiblemente, la más desconcertante, sea la figura que ocupa el lugar preeminente y más alto del retablo mayor: un Niño Jesús. Figura que no tendría nada de relevante, si no fuera por el escabroso detalle –único, añadiría, al menos que yo conozca- de estar, si no crucificado, sí al menos unido a la Cruz del martirio. Llama la atención, así mismo, el color de la túnica: azul-verdoso; color que nos vuelve a recordar esa asociación tradicional con las Vírgenes Negras –Santa María la Real de O Cebreiro, por ejemplo y cercanía- que nos volveremos a encontrar más adelante, en la imagen de Santiago que preside la parte central del retablo mayor que se encuentra en Triacastela, en la iglesia que lleva su nombre.
Por debajo, una imagen de época representa a San Antonio portando al Niño, remedando al tradicional gigantón San Cristóbal. Otra vez. Y digo otra vez, porque este santo parece tener cierta relevancia en esta parte de la ruta; ahora bien, la peculiaridad de la imagen, reside en que el Niño, desnudo, está sentado sobre la bola del Mundo. Completan el retablo, las figuras, de aspecto gótico, de la Virgen y el Evangelista, situadas arriba y a ambos lados del Niño Jesús crucificado, y el Sagrado Corazón de María, ésta por debajo, a la altura aunque al lado contrario, de la imagen de San Antonio. En la parte central del retablo, por encima del Sagrario, representado por la figura del Agnus Dei, un pequeño Cristo crucificado también resulta interesante, porque, por la posición de sus brazos, cabría hipotetizar, si originalmente la cruz que lo soporta no tendría la conocida y paradigmática forma de pata de oca.
Adosada a la pared y sobre una pilastra, hay también una pila, con forma de copa y realizada en un solo bloque de piedra. Al lado contrario, y descansando en el suelo, una campana muestra, como diseño principal, una cruz monxoi formada por florecillas de seis pétalos, exactamente iguales a aquéllas otras conocidas tradicionalmente como espantabrujas, que a manera de talismán y protección, solían ponerse en los dinteles de las casas y también en iglesias y monasterios.
El siguiente tranco, fuera de la ruta peregrina, queda un kilómetro más delante de Hospital da Condesa, siguiendo el desvío hacia Sabugos y un lugar llamado Temple.