jueves, 27 de enero de 2011

Nostalgias de Peregrino

Me pregunto por qué hay ocasiones en las que resulta tan difícil hablar de los seres o de los lugares que se aman. Es como si el cerebro, racional a pesar de todo, decidiera por su cuenta convertirse en improvisado carcelero, y sin más razón que un dictatorial capricho, decidiera dar un golpe de estado sobre los sentimientos.
Peregrinos y cansancio, son eternos compañeros; y es después de una dura jornada, cuando ambos, acosados por el entumecimiento y las agujetas, se solidarizan como hermanos y se hacen confidencias.


Hoy me siento cansado, le digo a mis dolores. Ocurre a veces, sobre todo cuando hay muchas cosas de las que hablar; una pasajera soledad para madurarlas; algo de tiempo para escribirlas y un desesperante atasco en las catacumbas del alma para liberarlas y gritarlas a los cuatro vientos.
Ignoro si será nostalgia, o quizás haya sido poseído por ese peligroso demonio que, de nombre Meridiano, inocula sigilosamente el terrible veneno de la acidia. Sólo sé, que cuando llegan estos momentos, no puedo evitar buscar refugio en esa tierra de donde proceden mis raíces, y donde, en parte de mi infancia, fui el niño más feliz del mundo. Siquiera por unos momentos, retorno al hogar, retorno al Norte y a esa mar sabia y bravía, que un día me enseñó que como el vaivén de sus olas, todo en la vida viene y va; excepto la Amistad.
Tal vez haya dicho cosas sin sentido, como dijera una vez Jorge Luis Borges y todos mis recuerdos se los llevara la marea. Pero no importa, porque después de todo, sólo quería relajarme...antes de continuar.