jueves, 12 de enero de 2012

Un río donde se refrescan los Gansos del Camino: el Oca



'Ha, pues, de partir de nuevo

y reconstruir su nave,

un mensajero por siempre,

un pasajero cansino,

arrastrado por el viento,

como una pluma: un marino...' (1)

Antes de que los Gansos continúen su vital peregrinaje, enfrentando las vicisitudes, generalmente inesperadas, con las que les sorprende el Mágico Tablero en su camino iniciático, bueno es detenerse unos instantes en una ciudad como Briviesca, y pasear tranquilamente por las orillas de un río simbólicamente bautizado: el Oca.

De egregio padre, el omnipotente Ebro, tiene por nodriza a la cordillera Ibérica, de cuyos pechos parte destetado para atravesar alegremente un territorio que, aunque corto en su recorrido, atraviesa zonas de misterio ancestral, como parte de La Bureba y esos Montes que se denominan igual que él.

Apacible es su paso por Villafranca, en cuyo santuario dedicado a Nª Sª de Oca -como no podía ser menos- se ennoblece y sacraliza, como el mejor de los vinos en el útero tibio y placentero de un barril de madera de druídica madera de roble.

Quizás hoy no salten las truchas en sus moribundas pozas; ni el cangrejo ibérico corte la espumosa corriente con los aspavientos de sus pinzas; ni las doncellas encantadas trencen sus rubios cabellos con peines de oro en las soledades de sus riberas; ni abreven los enjaelzados corceles de guerra de los Velasco; ni el peregrino sacie la sed de mil caminos en sus aguas, violadas por un mal innecesario -las opiniones son libres- llamado progreso; quizás los barquitos de papel de ayer, sean los envases de tetrabrik de hoy. Pero a pesar de todo, de lo que fue, hay un pretérito indefinido que le permite seguir siendo, como antaño, todo un símbolo del Camino: el río de la Oca.






(1) J.R.R.Tolkien: 'Cuentos desde el Reino Peligroso', 'Las aventuras de Tom Bombadil', Ediciones Minotauro, S.A., 2010, página 178.