domingo, 26 de octubre de 2008

La magia de la luz en el entorno natural de las Hoces del Duratón

'No intentes ser coherente todo el tiempo. A fin de cuentas, San Pablo dijo que 'la sabiduría del mundo es locura ante Dios'.
[Paulo Coelho: 'Maktub']



{}

Tradiciones con misterio: la piedra de San Frutos

'Según la tradición dando tres vueltas a la piedra, haciéndolo con auténtica Fe y devoción, por supuesto el peticionario no ha de estar en pecado, y rezando varios padrenuestros con humildad y recogimiento, San Frutos intercede y a veces le concede lo que pide...'.
[Víctor Alonso: 'Breve pero amena historia del Cañón del Duratón y de la ermita de San Frutos, datada en el siglo XI', Publicación de la Hermandad de San Frutos, Segovia, 2004]
Me comentaba una entrañable amiga, a propósito de este emblemático lugar y su no menos sorprendente tradición, que un gran maestro que tuvo, afirmaba que 'hay un lugar en la conciencia donde todo es reversible'. Creo que la frase no tiene desperdicio alguno, sobre todo si queremos, siquiera, llegar a intuir parte del misterio asociado con la tradición de lo que, a partir de ahora y a lo largo de la presente entrada, denominaremos como la Piedra del Altar de San Frutos.
Para ello, sin embargo, resulta necesario, cuando no preciso, situar tanto el lugar como la figura asociada que dieron origen a una tradición que se perpetuaría a lo largo del tiempo: la región de Sepúlveda y uno de los lugares más hermosos, pero a la vez inhóspitos, de la provincia de Segovia, las Hoces del río Duratón. No en vano denominado como 'el desierto del Duratón', para seguir los pormenores de fe y devoción que cada 25 de octubre -festividad de San Frutos- atraen al lugar a cientos de curiosos y peregrinos, es preciso retroceder en el tiempo, y situarse en un periodo histórico convulso y poco conocido: el final de la era visigótica y los comienzos de la expansión musulmana por la Península.
Objetivamente hablando, y de similar manera a la vida de muchos santos y personajes notables de ésta época, así como de épocas anteriores, no existe -o no se ha encontrado hasta el momento- documentación histórica que corrobore los pormenores de una tradición oral, que sin embargo, se ha perpetuado a lo largo de los siglos, acrecentando los prodigios y dotando a la vida del personaje en cuestión de un aura de leyenda, de la que es difícil separar los retazos de verdad que seguramente contiene. Porque no olvidemos a éste respecto, que toda leyenda tiene un trasfondo verídico y que incluso, con conocimiento de causa o sin él, en toda leyenda existen claves concebidas para disimular esa Verdad. Desde luego, San Frutos, no es una excepción.
{}