El Camino ha sido siempre, ya lo sabes, la senda por la que ha circulado el conocimiento iniciático y donde se han preservado los misterios de la antigüedad...(Matilde Asensi)
viernes, 26 de diciembre de 2008
miércoles, 24 de diciembre de 2008
Jesús, ese gran desconocido
{}
martes, 23 de diciembre de 2008
lunes, 22 de diciembre de 2008
Trasmoz, el pueblo de las brujas
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Feliz Navidad, Peregrino
No era un día cualquiera, ese día tenía un perfume especial , el aire parecía estar cargado de vivificante oxigeno que llenaba su pecho de vida, sintiendo esa indescriptible sensación de plenitud. Sensaciones que fluían en el silencio, degustando con sosiego esos instantes... aromas que le llegaban al alma...'.
jueves, 11 de diciembre de 2008
miércoles, 10 de diciembre de 2008
El Antiguo Testamento en piedra: la historia de Job
Un comentario: "Son bastantes las ménsulas que están formadas por una combinación de tres cabezas humanas, que arrancan de un busto común. ¿Serán tal vez simbólicas, o bien no pasan de ser un mero capricho decorativo repetido por rutina?", leemos en el único libro que hace, por lo menos, alusión a un 'rasgo de estilo' de la escultura del claustro. Ni el autor de la observación, ni nadie después de él, se dio cuenta de que ahí, precisamente en esos 'caprichos decorativos' a los que alude, estaba la clave de lectura del claustro de Veruela...'.
[Javier Delgado: 'Job en Veruela (Esculturas del claustro gótico del monasterio de Veruela)', Ibercaja, 1996]
{}
martes, 9 de diciembre de 2008
lunes, 8 de diciembre de 2008
Monasterio Cisterciense de Veruela I
domingo, 7 de diciembre de 2008
Tras los pasos de Bécquer en Veruela
[Gustavo Adolfo Bécquer: 'El Gnomo']
Nigromantes, brujas, doncellas moras encantadas; aparecidos, trasgos, gnomos, espíritus elementales de la naturaleza; dragones y diablos...elementos todos ellos que constituyen una riqueza folklórica insuperable, y que esconden extrañas claves. No resulta extraño, por tanto, pensar que -no obstante su terrible enfermedad y los extraordinarios esfuerzos de su hermano Valeriano por mantenerle una temporada reposando en el Monasterio de Veruela- Gustavo Adolfó Bécquer terminara encontrándose como en su propia casa, al menos en cuanto a inspiración se refiere. Tal vez mejor, incluso, porque en ese difícil trance, también su mujer le había abandonado.
{}
Lugares legendarios de Aragón: alrededores del Moncayo
Sin duda, el macizo ha sido considerado como mágico. Es creencia popular que las civilizaciones clásicas erigieron en lo más alto un templo dedicado a los dioses, quizá a Júpiter. La Virgen del Moncayo, que nos aguarda en su Santuario ubicado a 1600 metros de altura, fue adorada en la Edad Media con la advocación de Nuestra Señora de la Peña Negra, denominación que refuerza las connotaciones misteriosas de esta Montaña Santa.
Mitos, leyendas, tradiciones fantásticas, lugares enigmáticos...'.
[Alberto Serrano Dolader: 'El Moncayo, fantástico, legendario y misterioso', editado por la Diputación de Zaragoza, 1996]
Sábado de madrugada, comienza la aventura. En ésta ocasión, y aunque mi intención es pasar por Soria, mi destino se encuentra más allá de sus fronteras, en la vecina provincia de Aragón. Al contrario que en ocasiones anteriores, el primer café lo tomo en Medinaceli, donde, según tengo costumbre -y algunos es posible que de tanto decirlo, se aburran de escucharlo- reposto y compro la prensa diaria, a excepción de El Heraldo de Soria, que por alguna razón, hace tiempo que no distribuyen en la gasolinera.
A pesar de ser más corto que en ocasiones anteriores, el puente de la Constitución invita al éxodo sin importar las condiciones meteorológicas, de tal forma, que el tráfico en la autovía, aunque fluído, ha sido mucho más persistente de lo habitual.
Para un romántico empedernido, resulta poco menos que imposible pasar por Soria y no detenerse, aunque sólo sea cuestión de cinco minutos, a saludar al viejo Duero y mirar con respeto y devoción hacia la peña envuelta en brumas -cuál Avalon, como diría mi buen amigo Koborron- donde se levanta la entrañable ermita de San Saturio. Cinco minutos de paz y silencio, a excepción del susurro persistente, adormecido y ligeramente triste, quizás, de las aguas de tan emblemático río, y el viaje continúa, acompañado de una fina llovizna que desaparece misteriosamente algunos kilómetros más adelante.
En realidad, por allí mismo pasa la N-122 en dirección a Zaragoza y Pamplona; carretera que no he de abandonar ya en los 90 ó 100 kilómetros, aproximadamente, que me separan de Tarazona, la ciudad natal de un genial cómico español -Paco Martínez Soria- y de esa catedral cuyas obras de remodelación parecen eternizarse irremisiblemente.
Aunque se trata de un viaje a la aventura, propiamente hablando, no deja de tener su sentido y por supuesto, su mística. El desplazamiento, desde luego, merece la pena, sin importar lo enfurruñado que pueda estar el tiempo. Enfurruñado, pues, espero también encontrarme a ese viejo misterioso y gruñón llamado Moncayo, cuya magia se acrecienta, aún más si cabe, con la magia del monasterio cisterciense de Veruela y el extraordinario folklore recogido a lo largo de los siglos por los pueblos de alrededor, entre los que cabe destacar Trasmoz y Vera de Moncayo. Por supuesto, y como se irá viendo a lo largo de las próximas entradas, también persigo fantasmas. Fantasmas que han ido dejando huella de su existencia, y salvo excepciones, sus nombres parecen haber sido devorados para siempre por la vorágine del tiempo. No es el caso, obviamente, de ese lúcido, romántico y enamoradizo poeta llamado Gustavo Adolfo Bécquer, que hace más de un siglo vivió en aquéllas eternas, inolvidables soledades, y además de escribir una obra maestra -Cartas desde mi celda- también compuso himnos inmortales a los elementales que, aún hoy día, no me cabe duda, vagan por los alrededores del Moncayo, desafiando, a todo aquél que se atreva, a descubrir el secreto de su magia.
Es a medida que uno se acerca, cuando siente -o mejor dicho, presiente- que la magia del Moncayo se ve notablemente beneficiada con la magia de los monasterios cistercienses, como el de Veruela. Y si a esto le sumamos la magia personal de un soñador inmortal de la categoría de Gustavo Adolfo Bécquer, el cocktail, sin duda, será de lo más inolvidable y exquisito al paladar.
Pronto quedan atrás poblaciones conocidas, cuyos misterios, apenas entrevelados, tuve el placer de saborear durante los meses de verano: Tozalmoro y su impresionante iglesia románica de San Juan Bautista; Omeñaca, con su iglesia de Nª Sª de la Concepción y la leyenda de los Siete Infantes de Lara; Aldealpozo, punto de partida de la llamada 'ruta de los torreones'; Matalebrera, de donde parte la carretera que conduce hasta San Pedro Manrique y la espectacular magia de sus hogueras de San Juan...Atrás queda también Ágreda, con los testimonios imborrables de su multiculturalidad, su moreneta Virgen de los Milagros, y por supuesto, el cuerpo incorrupto de una de las místicas más grandes del Siglo de Oro español: Sor Mª Jesús de Ágreda, cuyas espectaculares bilocaciones nadie parece poner en duda.
Poco o nada importa, como digo, si a medida que me acerco a mi destino, el Moncayo -huraño para no perder la costumbre y en ésta época del año con canas formadas por blanca nieve en sus cimas más altas- se alia con el tiempo, negándome un guiño de simpatía.
La Aventura, al fin y al cabo, hace horas que ha comenzado y aún va a depararme muchísimos placeres. Os invito, pues, a compartirla a lo largo de las siguientes entradas, agradeciéndoos vuestra visita y sugerencias.
martes, 2 de diciembre de 2008
Monasterio Cisterciense de Bonaval: Álbum Fotográfico
domingo, 30 de noviembre de 2008
Paisajes de invierno
lunes, 24 de noviembre de 2008
Pueblos de frontera con encanto: Maderuelo
domingo, 23 de noviembre de 2008
El origen de una maravilla: Maderuelo, ermita de la Vera Cruz
{}
miércoles, 19 de noviembre de 2008
¡Qué barbaridad!
Solemos considerar al Tiempo como el aliado más fiel de nuestra certera e inexorable enemiga: la Muerte. Pero pocas veces somos realmente objetivos y nos detenemos durante unos breves instantes a considerar que el Tiempo, a pesar de los pesares, es un 'enemigo' que juega limpio. En muchos aspectos -considerando la comparación, desde un punto de vista meramente romántico, por supuesto- el Tiempo me recuerda a aquéllos caballeros del aire de la Primera Guerra Mundial que, aún batiéndose a muerte en los cielos europeos, mantenían intacto el sentido del honor y la caballerosidad para con el vencido.
domingo, 9 de noviembre de 2008
La Magia del Agua
lunes, 27 de octubre de 2008
domingo, 26 de octubre de 2008
Tradiciones con misterio: la piedra de San Frutos
[Víctor Alonso: 'Breve pero amena historia del Cañón del Duratón y de la ermita de San Frutos, datada en el siglo XI', Publicación de la Hermandad de San Frutos, Segovia, 2004]
{}
domingo, 12 de octubre de 2008
domingo, 5 de octubre de 2008
{}
La Magia en el camino del peregrino
sábado, 4 de octubre de 2008
viernes, 19 de septiembre de 2008
Don Pelayo, Asturies Rex
miércoles, 3 de septiembre de 2008
Puertos de montaña legendarios: Pajares
jueves, 28 de agosto de 2008
miércoles, 27 de agosto de 2008
martes, 26 de agosto de 2008
El Peregrino en Segóbriga
{continuará}
lunes, 25 de agosto de 2008
El Peregrino en el Cañón del Río Lobos: Romería de San Bartolomé y la Virgen de la Salud
Crónica de un peregrino
Poco antes de las diez de la mañana, eran numerosos los romeros y peregrinos que, procedentes de diversos puntos del país, encaminaban juntos sus pasos en dirección a la pradera donde se asienta la ermita de San Bartolomé, a orillas del río Lobos y enfrente de la Cueva Santuario, cuya historia se remonta a épocas prehistóricas.
Para los que estamos acostumbrados a visitarlo con cierta frecuencia y disfrutamos del entorno sin cruzarnos apenas con nadie, semejante avalancha de gente no deja de producir cierto sobresalto cercano al shock. Sin embargo, enseguida nos reponemos, entendiendo que es normal que la gente acuda en tropel en un día tan señalado, pues no es ninguna falacia que la Virgen de la Salud -la cuál descansa en soledad en su capilla de la ermita de San Bartolomé durante la mayor parte del año- arrostra bajo su manto una larga, larguísima tradición de milagrera, que ha ido perpetuándose a lo largo del tiempo.
Es cierto que nos encontramos frente a una representación moderna de la Virgen original, que -al decir de los que tuvieron ocasión de conocerla- era 'pequeña y negra'. Tampoco se ven los exvotos -manos, brazos y piernas de cera en su mayor parte, según me han comentado algunos vecinos del pueblo de Ucero- con que los fieles agradecían la intercesión de la Virgen en su curación, y que antaño se exhibían en el interior de la ermita. Incluso el Cristo de la Agonía -un soberbio ejemplar de Cristo gótico en el que se pueden apreciar varias cualidades, entre ellas las de mostrar lengua y dientes y ofrecer una perspectiva de agonía y muerte, según sea la posición desde donde se le mira- ya no luce, tampoco, esa larga melena que le llegaba casi a la cintura.
Sería demasiado arriesgado decir que la Tradición, al menos en este caso, varía. Por eso diré que, bajo mi punto de vista, lo que ha variado en parte, es la costumbre. En efecto, igual de piadosa es la costumbre de encender velas y lamparillas, y hoy -titilando alegremente en ambas capillas- tanto la Virgen de la Salud como el Cristo de la Agonía, han recibido el agradecimiento y el cariño de los fieles.
También sería muy exagerado hacer comparaciones con otras demostraciones de devoción y afecto -como las que recibe el Jesús de Medinaceli en Madrid, por poner un ejemplo- pero sí puedo afirmar que el desfile de personas, tanto en el exterior como en el interior de la ermita para besar el manto de la Virgen, ha sido notable, hasta el punto de que hubo momentos en que se produjo algún roce entre los que entraban y los que salían.
Por otra parte, se hace extraño ver los puestos y chiringuitos que, como las caravanas de esos antiguos pioneros del lejano Far West americano, acampan en la pradera a uno y otro lado del río. Pero lo que desde luego sí que me pareció sublime e inolvidable, fue la visión de esa Virgen entrañable y querida sacada a hombros por los romeros y paseada, como una reina, por los alrededores de la ermita. Había momentos en los que su manto blanco, inmaculado, brillaba como la luz de una luciérnaga al ser alcanzado por los rayos del sol, teniendo, como decorado de fondo, esos riscos y farallones sobre los que volaban en círculos, quizás rindiéndole también pleitesía, alimoches, águilas y halcones peregrinos. Aunque claro, supongo que cada uno lo vivió y sintió a su manera.
Alrededor de las dos de la tarde, abandonaba la ermita de San Bartolomé, encaminándome hacia el segundo aparcamiento, pues, aunque a la hora que llegué pude haber subido hasta cerca de la pradera y aparcar en el monte, no me pareció correcto. Reconozco que tal decisión fue acertada, pues durante el trayecto, pude observar cómo se producían ciertos embotellamientos entre los coches que iban, los que venían y los peatones que se encontraban entre unos y otros.
En fin, todo un acontecimiento digno de recuerdo, que procuraré repetir en años venideros.
lunes, 18 de agosto de 2008
El Peregrino en el Norte: Cantabria, Tercera Parte
Se trata de construcciones sencillas pero atractivas; de planta cuadrada, por lo general, en las que destaca -cual obelisco apuntando a un cielo que suele estar cubierto de nubes gran parte del año- la torre, delgada y plana, en la que no suele haber campanas. Al contrario que cualquier otro tipo de iglesia, ermita o templo, éstas parece que no se levantaron ex-profeso con la intención de acoger a los fieles en su interior, sino con el fin de albergar figuras o reliquias sacras, que actuarían a modo de protectores del lugar y sus gentes. Su culto, por tanto, se prevé de puertas para afuera, posiblemente como punto de reunión en las romerías. En el caso que nos ocupa, la pequeña ermita-mirador de San Miguel, forma parte de una red de ermitas que, como pequeños satélites, gravitan alrededor de un astro rey que, lógicamente, no es otro que el Monasterio de Santo Toribio de Liébana.
El Peregrino en el Norte: Cantabria, Segunda Parte
Picos de Europa: Monasterio de Santo Toribio de Liébana.
¡Santo Toribio de Liébana!. Simplemente el nombre parece ejercer una certera, misteriosa fascinación sobre el espíritu, que va más allá del simple hecho de acceder a un lugar sacro. Porque Santo Toribio de Liébana, es mucho más que un simple monasterio rodeado de bosques y montañas. Es un auténtico Santuario. Un punto neurálgico, donde el magnetismo de la Divinidad se deja sentir a los pocos minutos de deambular por el lugar.
domingo, 17 de agosto de 2008
El Peregrino en el Norte: Cantabria
{}
El Peregrino en el Norte: Asturias, Segunda Parte
{}
sábado, 16 de agosto de 2008
El Peregrino en el Norte: Asturias
Subiendo el Puerto de Pajares
Son las 11,15 horas de la mañana, y me encuentro, aproximadamente, a mitad del Puerto de Pajares, a unos quinientos metros escasos del pueblo que lleva su mismo nombre. Su belleza, impresionante, emociona. Hay cúmulos de niebla, persistentes y espesos, sobre las cumbres de las montañas y el tráfico -en contra de lo que pensaba con la 'variante Payares'- es fluido. Son muchos, quizás demasiados, los camiones que todavía toman esta ruta, supongo que por necesidad, pues la dureza de este puerto, sobre todo en invierno, continúa siendo legendaria.
Resulta difícil, cuando no imposible, evitar dejarse llevar por el recuerdo y no rendirse a su inevitable seducción. De tal manera, que sin poder contener que una lágrima furtiva bese el suelo de esta querida tierra, siento que el espíritu de aquél niño de antaño -soñador y rebelde- aflora durante unos minutos a los ojos de un hombre que tiene la sensación de volver de nuevo a su tierra, después de largos años de ausencia.
Es un momento entrañable, íntimo, en el que veo, con toda nitidez, a mi padre, observándome por el retrovisor del baqueteado Simca 1000 cuyo motor, lenta, a regañadientes, asciende el puerto algunos metros por delante de esos, por aquél entonces, típicos y pesados camiones Barreiros, cuya lentitud inducía a pensar que precisamente no se movían del suelo.
En efecto, aún su rostro se mantiene persistentemente en lo más entrañable de mi recuerdo, Observando mi mutismo -lo cierto es que la belleza de ésta tierra siempre me ha atraído como un imán- diciendo, alegremente:
- Y recuérdalo siempre: no te pongas gallo, que estás en la Patria de Don Pelayo...
{}