domingo, 17 de mayo de 2009

Lugares para el Espiritu: La Fuentona

Creo que de todas las religiones existentes en el mundo, posiblemente sea la religión sintoísta la que mejor haya comprendido la indivisibilidad existente entre Naturaleza y Espíritu. En Japón, en lugares similares a la Fuentona soriana, desde tiempos inmemoriales, se crearon templos y santuarios donde la presencia de los dioses era tan real como el lugar en el que habitaban y compartían con los humanos. Templos naturales donde sólo con la fuerza de la contemplación, el espíritu se liberaba y conectaba con una realidad más acorde con el mundo en el que vivían.
Aventurarse en un lugar como La Fuentona, es abandonarse inmediatamente al mundo del espíritu; al mundo de las sensaciones; es dejarse llevar por las Musas del lugar y, quitándote durante un tiempo de los ojos el velo de lo cotidiano que los ciega, dejarte llevar por la más pura poesía.
No resulta difícil, entonces -alentado por el interminable cortejo de las ranas que saltan y chapotean alegremente en la hojarasca acumulada en una de las orillas-, contemplar un estanque natural donde -aparte de ofrecer sus cristalinas aguas como fuente donde abrevan una cantidad considerable de aves- sentir que te encuentras en un lugar en el que los Emperadores del Cielo -el Sol y la Luna- se bañan diariamente en un ritual constante y eterno. Porque es durante el día cuando el Sol hila un vestido de estrellas de plata, que su amante, la Luna, se prueba por la noche, vistiéndose con él.
Donde es incluso posible que un lagarto, aunque timido, te dé la bienvenida abandonando por unos minutos ese pequeño mundo de aliagas en las que habita, recibiendo, también, esa bendición solar, cuyos rayos se sumerjen en las aguas para dejarte ver parte de otro mundo, maravilloso y apenas explorado, donde, por un momento, sientes que soñar no es, sino al fin y al cabo, otra forma de vivir.

'Diario de un Caminante, La Fuentona, Soria, 15 de Mayo de 2009'