martes, 18 de mayo de 2010

Monasterio de Piedra. Primera Parte: la Magia del Agua

'No es el martillo el que deja perfectos los guijarros, sino el agua con su danza y su canción'.
[Rabindranath Tagore]
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Uno de los mayores atractivos de Aragón, y más concretamente de la provincia de Zaragoza, es el Monasterio de Piedra y el fabuloso, idílico entorno natural que lo cobija y que, a la postre, constituye el corazón y las arterias que, hace un milenio, aproximadamente, atrajo como un imán a esos emprendedores monjes del Císter, quienes, una vez escindidos de la opulencia de Cluny, encauzaron su destino fijándose como preceptos, entre otros, la austeridad. Quizás esa intención de retorno a las fuentes originales del Cristianismo, tuviera como resultado -independientemente de las donaciones reales, bastante frecuentes en la época- que estos monjes blancos desarrollaran una especie de certero e infalible sexto sentido, a la hora de elegir los lugares donde establecerse. Qué duda cabe, que uno de tales lugares, un auténtico Jordán hispano, fue precisamente éste espléndido lugar.

Sin lugar a dudas, el elemento más importante, aquélla fuerza motriz y vital que alienta y nutre a semejante vergel, es el agua. El agua, Fuente de Vida que conlleva ya en sí misma la mayor parte de la magia del Universo, constituyendo, de paso, uno de los pilares fundamentales del rito cristiano: el bautismo.
Es muy posible que, debido a las condiciones climáticas del pasado invierno, el río Piedra -precisamente el mismo en el que se basó el escritor brasileño Paulo Coelho para escribir su excelente novela A la orilla del río Piedra me senté y lloré'- desplace un extraordinario caudal, que contribuya a incrementar, aún más si cabe, la belleza añadida del lugar.