domingo, 13 de febrero de 2011

Perlas en el Camino: la Laguna de Somolinos


En el agua su barba se había sumergido:
Baya de Oro, la hija de la Mujer del Río,
tiró de sus cabellos y allá que fue, arrastrado,
a hundirse entre burbujas, nenúfares abajo...
[J.R.R. Tolkien (1)]


Resulta imposible no dejarse llevar por el romanticismo implícito a éste tipo de lugares, de una u otra manera, asociados, por regla general, con la magia, lo sobrenatural y lo fantástico. Es muy probable que en las estribaciones de esa peculiar Sierra de Pela, el abismo de este diminuto ojo constituya la ventana natural por la que dioses de olvidades religiones atisben con curiosidad a todos aquellos que un día, de manera casual o voluntaria, pasean por la ribera, ensimismados en su salvaje y a la vez frágil belleza.




Situada a un kilómetro escaso de Albendiego, y a unos diez kilómetros de Campisábalos, probablemente en el pasado, alguna caballería templaria abrevó en las frescas y cristalinas aguas de ese río Bornoba que la sustenta, y también algún que otro peregrino encontró en sus orillas alivio a su fatiga, camino de Ayllón y Burgos, para enlazar con ese otro ramal hacia Compostela, denominado Camino Francés.



La última vez que estuve, hace apenas una semana, los montes de alrededor pintaban canas, y el viento, suave, traía consigo una lejana canción que parecía brotar de la garganta sobrenatural de una xana.

Pero tal vez todo fueran simplemente ensoñaciones de un Caminante...

(1) J.R.R. Tolkien: 'Cuentos desde el Reino Peligroso': Las aventuras de Tom Bombadil, Ediciones Minotauro, S.A., 2010, página 163.