Peregrino en Asturies

Existe todo un mundo ahí fuera: ¡ve y descúbrelo!, escribía Rudyar Kipling en una de sus novelas más conocidas y entrañables: Kim, de la India. Estábamos todavía en los albores de un siglo, el XIX, en el que aventura y exotismo enmascaraban, de algún modo, grandes vergüenzas de la Humanidad, como el imperialismo y la esclavitud. Un siglo donde el hombre, quizás más que en ningún otro, y seguramente lejos de motivos altruistas, sintió la necesidad de explorar y conocer el mundo que le rodeaba. De esa manera, surgieron numerosas asociaciones de carácter más o menos científico -como la National Geographic Society norteamericana- que enviaban especialistas y expediciones a todo lo largo y ancho de la geografía mundial creando, de alguna forma, los pilares de lo que en el futuro se convertiría en todo un fenómeno de masas: el turismo.
Lejos de considerarme un turista, propiamente hablando, me considero mejor un aventurero; alguien que, lejos de pretender alcanzar los efímeros laureles de una fama que no sirve, si no, para alimentar vanidades de las que el ser humano, por su condición, va ampliamente sobrado, siente una especial atracción por conocer su país y llegar algún día a vislumbrar parte de una Historia rica en matices y acontecimientos que, intencionadamente o no, se nos ocultan en esas frías, aburridas escuelas donde tradicionalmente se nos pretende formar como hombres de provecho.
Por eso, porque tengo tantas preguntas y tan pocas respuestas, soy inquieto. Y esa inquietud me induce, por ejemplo, como en este caso, a dejar atrás los campos de Castilla y penetrar en otro mundo; un mundo en el que hasta las nieblas que coronan sus valles y montañas; sus pequeñas aldeas, sus riachuelos, su arte antiquisimo o la belleza de sus costas, te hacen pensar en la Magia. Y que ésta, lejos de la entrañable fantasía, digamos, por ejemplo, de Walt Disney, existe. Porque yo entiendo por Magia, todo aquello capaz de sorprenderme.
Dejadme, pues, que os muestre la Magia de mi última peregrinación por Asturias; un pequeño viaje mágico con el que espero que disfrutéis tanto como lo hice yo. Y quién sabe: a lo mejor, hasta también vosotros os sorprendéis y llegáis a sentir parte de esa Magia de la que nunca me canso de hablar.

Comentarios

KALMA ha dicho que…
Hola peregrino! Muy bonito reportaje, como me gustan los paisajes verdes y el mar, los pueblos pesqueros, los balcones de las casas... imagino el olor, la brisa del mar. Un bonito recorrido por tu tierra astur.
juancar347 ha dicho que…
Sí, son cosas que quedan grabadas para siempre. Como la foto del principio: esa era la vista que tenía desde mi habitación en el hotel-rural de Amandi donde me alojé, una auténtica maravilla natural. En fin, es la presentación a un amplio reportaje que iré sacando poco a poco a la luz.

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