Retorno a Santa María de Melque
Divagaciones que, en el fondo, no dejan de tener algún sentido geométrico determinante, por cuanto que algunos kilómetros antes de llegar al pueblo de San Martín de Montalbán, y siguiendo un desvío en el que llega un momento que el coche ha de quedar irremediablemente aparcado, se localiza el tercer elemento mistérico de importancia en la zona: el complejo megalítico. Ermita visigoda, castillo y dolmen, conforman los ángulos de un triángulo imaginario bajo cuya influencia, como se ha venido demostrando en numerosos lugares de la Península, los freires milites se sintieron poderosamente atraídos.
A juzgar por los restos que aún sobreviven, se ha determinado que Santa María de Melque fue uno de los monasterios más importantes que existían antes de la famosamente triste batalla del Guadalete, acaecida en el año 711 y la invasión árabe de la Península. Muchos de sus secretos, se han perdido a lo largo de las riadas históricas que, como aves de rapiña, han pasado por el lugar. Entre ellos, se especula con las dos vírgenes que había, una Blanca y otra Negra, aunque se sabe que la que llevaba por advocación Virgen de la Leche fue robada hace muchos años. Tampoco queda rastro de las estelas funerarias templarias que, según me comentó en su momento mi inestimable amigo Rafael, se localizaban hace años en la zona del ábside, precisamente donde se ubican la mayoría de enterramientos.
Aún a día de hoy, el origen del pueblo godo continúa siendo un fascinante enigma para los investigadores. No así el hecho de que conocían y utilizaban en sus construcciones la geometría sagrada, y en particular la proporción aúrea. Lo comento, por si alguien que no conozca el lugar y sienta un día deseos de hacerlo, escrute tranquilamente la iglesia y sus proporciones porque, quién sabe, quizá por un momento adquiera la increíble facultad de poder leer las piedras.
Comentarios
Un beso.
Eran, unas cinco lajas de piedra, de unos dos metros -o poco menos-. Tenían signos grabados en la superficie, que por la erosión de la piedra no se reconocían bien, pero parecían letras y cruces.
Aunque, no estaban grabadas de forma "profesional", "con arte", no se si me explico, me recordaron más bien a las lápidas compañeriles del cementerio de SªMª a Nova, en Noya.
Era por la tarde, había gastado todos mis carretes -sí, por entonces todavía no existía la fotografía digital-, y solo pude sacar dos fotos.
Cuando volví, en julio de 1997, habían desaparecido. Preguntando en el vecino San Martín de Montalbán, me dijeron que allí se guardaba algún sarcófago, no sabían si en la Parroquial o el Ayuntamiento. Pero no encontré nadie que los quisiera, o pudiera, enseñar. ¿Existen todavía en algún almacén? ¿Los "guarda" algún coleccionista en su chalet? ¿Han seguido el camino de la desaparecida Virgen de melque?
Demasiados interrogantes, para un lugar que debería interrogarnos a nosotros...
Salud y fraternidad.