Roncesvalles

'Y es que la peregrinación a Compostela es, junto al mundo carolingio, el argumento esencial de Roncesvalles: el paso de los puertos, vencido el Sumo Pirinero, donde las estrellas señalaban ya sin vacilar el camino jacobeo...' (1).



Apenas han pasado un par de semanas, pero cuando recuerdo Roncesvalles, no puedo evitar un ligero estremecimiento, pensando en la gran verdad que subyace en una célebre frase de Paulo Coelho; una frase que viene a decir, a grosso modo, que cuando se desea algo con cierta intensidad, el Universo conspira para que se consiga.

Muchas rutas, quizás demasiadas para unas cortas, cortisimas vacaciones en una provincia tan interesante y con tantos atractivos como Navarra. Curiosamente, en ningún momento se mencionó Roncesvalles; de hecho, creo que ni tan siquiera figuraba como candidatura -ni principal, ni secundaria- en las rutas programadas. Y sin embargo, sin saber cómo ni por qué, vi cumplido un deseo largamente acariciado: pisé Roncesvalles.

Mi visión de Roncesvalles, es necesariamente entusiasta; no podría ser de otro modo. Cuando me bajé del coche y puse los pies en éste mítico lugar, no pude por menos que reencontrarme con una parte importante de ese tiempo de sueños que fue mi juventud. Tal vez por eso estaba tan inquieto: estaba pisando Historia; una Historia que se remontaba, cuando menos, a ese siglo VII y sus postremerías, donde se había desarrollado una de las canciones épicas que, junto con la Odisea de Homero, el ciclo Artúrico e incluso la historia hecha cuento de los Siete Infantes de Lara, habían proporcionado numerosas horas de sueño a mi febril imaginación: el Cantar de Roldán.

Casual o causalmente, el gran Carlomagno había perdido aquí, según la tradición, a Roldán, el más noble de todos sus pares. La casualidad o la causalidad, quiso también que fuera aquí, en Roncesvalles, donde me despedí de un amigo de corazón. Sea, pues, a él, a quien dedico ésta y las próximas entradas que constituyen mi visión de Roncesvalles.

Pongo por testigo al sepulcro del rey Sancho el Fuerte de Navarra, que fue un placer conocerte, Rivi.








(1) Fermín Miranda García/Eloísa Ramírez Vaquero: 'Roncesvalles', Colección Panorama Nº27, Gobierno de Navarra, Departamento de Cultura y Turismo-Institución Príncipe de Viana, 2ª edición revisada y ampliada, 2010.

Comentarios

Rubén Oliver ha dicho que…
Hombre Juancar, muchas gracias, el sentimiento es mútuo. Ya lo tengo dicho más de una vez, que allá en el 2008 cuando entré en el internete a ver qué género de personas se interesaban por el románico y la historia en general, fue tu blog uno de los primeros que visité.
Bufff... me quedé muerto cuando ví lo mucho que habías andado y los lugares adonde habías ido, por lo que pasaste en aquel tiempo a ser una especie de figura "mítica", espejo donde yo deseaba mirarme...
Por todo éllo es sencillo comprender que tenía muchas ganas de conocerte en persona.
Como has superado de lejos mis expectativas en cuanto a HUMANIDAD se refieren, no puedo por menos que desear un proximo reencuentro, que supongo será tan fructífero y placentero como el de Navarra.
Un abrazo.
juancar347 ha dicho que…
Internet tiene sus peligros, pero también su lado positivo. Como herramienta de comunicación, bien utilizada,es una llave que acerca a personas afines. Ya ves, cuando comencé con esta afición, allá por el año 2007, poco podía imaginarme el rumbo que iba a seguir mi vida a partir de entonces y la cantidad de buenos amigos que he ido encontrando y los que, espero, todavía he de encontrar. Personas con las que no sólo he aprendido, sino también con las que me he enriquecido humanamente y entre las que me siento muy a gusto por esas rutas. Todos somos espejos de todos, y todos aprendemos de todos. De manera que, ánimo, que la próxima aventura la tenemos a la vuelta de la esquina. Un abrazo

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