Pueblines del Camín: Bueño



Sus orígenes, como el de los vaqueiros, son inciertos; se ocultan detrás de ese enigmático velo de Isis en el que los teósofos pretenden vislumbrar una cosmogonía universal muy diferente a la visión fría y racional que nos han vendido los academicistas, y a la que van a parar todos los huérfanos de toda época y lugar, conformando capítulos incompletos, relativos a diferentes culturas y civilizaciones. Me refiero, como habréis adivinado, a la Historia. Y en algún apartado rincon de ésta, desde luego, a los hórreos.

En cierto modo, no debe de resultarnos extraño que hombres relevantes, independientemente de la época y sus circunstancias, hablaran de ellos e incluso les hicieron partícipes de metafísicos milagros, haciéndose, cuando menos, preguntas acerca de sus orígenes y características. Uno de tales hombres, fue el soberano Alfonso X, no en vano apodado el Sabio, quien ya olisqueara el hórreo para ilustrar el milagro de la Cantiga número 187. Otro, más actual e ilustre gijonés de nacimiento, fue Jovellanos.

Referente a estos emblemáticos edificios, en Bueño hubo una acertada iniciativa: la de crear un museo del hórreo, aprovechando los numerosos ejemplares que, en relativo buen estado de conservación, conlleva que se le califique como el pueblo de los hórreos. Una iniciativa que, por las circunstancias que fueren, se quedó en agua de borrajas, impidiendo, en parte, que el forastero y el curioso que se dejan caer por allí no lleguen a asumir y a conocer con más profundidad, la historia -o mejor dicho, la pseudo historia- y las peculiaridades de tan singulares elementos tan estrechamente ligados a la cultura y el modo de vida astur.

Dado que ningún lugar es perfecto, en la actualidad el fantasma de la expropiación se cierne sobre algunas propiedades del municipio, situados en la ladera. El motivo, en este caso, es la ampliación de la cercana cantera. Una cantera que posiblemente haya sido explotada durante siglos y cuya piedra forme parte de los monumentos religiosos más representativos de los alrededores, incluida la capital, Oviedo.

Eso sí, el pequeño espacio habilitado para aparcamiento es sólo de uso exclusivo de los clientes del bar.



Comentarios

Alkaest ha dicho que…
En esos pequeños símbolos, grabados en los hórreos, late de forma descarada todo el espíritu de aquellos astures, mitad celtas mitad íberos, mitad quien sabe qué, a los cuales ni romanos, ni visigodos, lograron conquistar del todo.
Un espíritu que, todavía hoy, vaga libre por esa naturaleza exuberante de valles y montañas.

Por cierto, un tema musical muy adecuado.

Salud y fraternidad.
juancar347 ha dicho que…
Tengo la impresión, Magister, de que aquí hay un misterio que va mucho más allá de celtas y astures, remontándose, cuando poco, al neolítico, a esos hogares palafíticos que se levantaban en la ribera de los ríos. Una forma de construcción que, al parecer, también se conoció (no hay pruebas concluyentes, pero sí sospechas e indicios) en lugares como Palestina. Tal vez el copista de Alfonso X no se lo inventara para ilustrar la Cantiga referida. El Espíritu al que te refieres, se siente en esa naturaleza, en esas montañas e incluso en esas gentes, sobre todo si uno toma la preocupación de huir de los grandes núcleos urbanos. En Bueño hubo una gran iniciativa cultural que, por desgracia, se ha quedado en agua de borrajas. Me alegro que te guste la música. Un abrazo

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