Maestrías sospechosamente razonables
Ni siquiera el anonimato, ha de
estar necesariamente reñido con la inmortalidad. En el fondo, de egos históricamente
tiernos cuando no inocentes, los canteros medievales, a través del canal
monumental de sus majestuosas creaciones, nos legaron también ese particular
sentido de la humildad, del que carecen la mayoría de los artistas que les
precedieron. Mientras a éstos los conocemos, generalmente, hasta el punto de
poder hacernos una idea bastante aproximada de su vida y de su obra, de
aquéllos sólo nos queda el recurso de la especulación y en ocasiones, el triste
consuelo de intuir la presencia, tanto a nivel individual como a nivel
colectivo de los talleres, de su paso por determinados lugares, comparando las
peculiaridades afines de ciertos monumentos histórico-artísticos que nos
encontramos en nuestro camino. En base a esta afirmación, no desentona que el
vídeo con el que se pretende ilustrar la presente entrada, comience y termine
mostrando dos lugares de infinito misterio: el ancho mar y la impenetrabilidad
de un tupido bosque. Ambos lugares, siquiera sea comparativa o metafóricamente
hablando, podrían definir, cada uno a su manera, los orígenes de unos
personajes que hacían del secreto, el mayor desafío de su saber y magisterio.
Por tal motivo, no es de extrañar
que cuando uno se detiene maravillado frente a la única portada románica que
sobrevive en la catedral de Lugo, la cual se supone que se eleva sobre los
restos de la primitiva basílica construida por el obispo Odoario algunos años
después de la invasión agarena y cuya primera fase, los expertos sitúan entre
los años 1130 y 1150, la familiaridad del Cristo protegido en su almendra
mística o mandorla, consigue que el primer pensamiento vuele ligero hacia los
Campos Góticos palentinos, y dos nombres surjan con gran fuerza y
expresión: Moarves de Ojeda y Carrión de los Condes.
Sea por la copia del modelo o por
una especialización y/o comercialización de determinados elementos –recordemos, como ejemplo, el
músico y la bailarina que suelen representar una de las partes o temáticas más
características del denominado Maestro de Agüero, hasta el punto de que se
descubren toscas reproducciones en iglesias rurales de otras comarcas alejadas,
como puede ser el caso de Guadalajara-, lo cierto, es que la itinerancia característica de los canteros medievales, hace que resulte aún mucho más difícil solventar cuestiones, a la postre tan importantes, como sería la de determinar cuál fue el punto de origen y hacia dónde se extendió. Eso, precisamente, ocurre con estos tres impresionantes modelos. No es la primera vez, no obstante, que refiriéndose a la pequeña maravilla sobreviviente en la catedral lucense, se habla de la influencia de los talleres palentinos, como dando por hecho, que fue a través de los excelentes talleres asentados, pongamos por caso, dentro y fuera del entorno de una de las ciudades punteras del Camino de Santiago, como es Carrión de los Condes, hubo una especie de retorno o retroceso hacia el norte, cuando lo más lógico, posiblemente, sería pensar lo contrario: que tanto Carrión, como otros grandes núcleos, se beneficiaran de una influencia externa que, proveniente, quizás, de esa autopista de ideas y conocimientos que trajo como consecuencia el descubrimiento de la Inventio y que circuló a uno y otro lado de los Pirineos y el norte peninsular, se extendiera por la Meseta, sobre todo, a partir del siglo XII, cuando las expectativas creadas por la Reconquista trajeran como consecuencia a unas oportunas repoblaciones, la atención de numerosos gremios, dando lugar al crecimiento y desarrollo de las ciudades. Tal vez la idea no nos resulte tan descabellada, si nos dejamos llevar por el conocimiento de saber que se sitúa la primera fase de la catedral de Lugo, como se ha dicho, en los comienzos del siglo XII; y a finales del mismo, la creación de la iglesia de Santiago de Carrión, y posiblemente también la de San Juan Bautista de Moarves de Ojeda. Aunque también es cierto, que hay quien sitúa, precisamente el Cristo y la inscripción de la Santa Cena -el discípulo del Señor (en referencia a San Juan), en plácido descanso de sus miembros, en la cena vio las delicias celestiales- situada en el pujante de la catedral de Lugo, en época más tardía, en el siglo XIII, lo cuál, sí podría, si tal fuera el caso, garantizar esa mencionada influencia palentina. Todo un apasionante enigma.
Ahora bien, de cualquier manera, y salvando así mismo, la calidad y habilidad de los talleres que intervinieron en las tres construcciones, detalles que llaman la atención, sobre todo, en la destreza y maestría desplegadas en la elaboración de elementos bien definidos, como puedan ser los pliegues de la túnica de Cristo, e incluso el Libro del Apocalipsis cerrado con los siete sellos, que porta en su mano, o también, la delicadeza de rasgos, manos y pies, no dejan de constituir, en el fondo, excelentes representaciones artísticas, capaces de conseguir, por sí mismas, que un viaje a cualquiera de los tres lugares señalados, sea, después de todo, una fantástica aventura.
Comentarios
No creo que puedas acabar de comprender las concomitancias de ese taller, si no visitas antes San Vicente de Ávila y reparas en el Pantocrátor que guarda el testero del lateral occidental del cenotafio de los hermanos mártires Vicente, Sabina y Cristela. Allí encontrarás muchas respuestas. Así lo hice con Baruk y Pallaferro quienes, reacios, quedaron enamorados.
El borgoñés Raimundo I repuebla Ávila a finales del siglo XI y en 1109 se construye la cripta y cabecera de San Vicente que alberga el pequeño Pantocrator del cenotafio. Por documentos del museo catedralicio, se sospecha que fue Fruchel ( maestro educado en talleres borgoñones) su autor. Carrión, Moarves y Aguilar de Capóo construyen los suyos entre 1170 y 1185 y Lugo, a finales del XII. Fíjate la ruta, el eje Ávila-Carrión-Ojeda-Aguilar-Sahagún y encontrarás respuesta en Lugo.
¿ Ves la importancia de pasar las vacaciones en Francia?.
Un abrazo, Caminante.
Un fuerte abrazo
Buenos días, Juan Carlos, haz caso a Syr y a la que puedas Ávila está a menos de 100 km y es una capital fresquita, el día que vayas ¡Repites!
La verdad es que a través de tú blog me haces que repare en detalles de los que nunca me había fijado y viendo el vídeo va a ser que sí, tienen parecidos más que razonables, fíjate, con un pósters del Pantocrátor de Carrión en el despacho y sin saber lo que esconde el libro que porta.
Un beso.