Fuentes, las aguas del Paganismo


Decía Campoamor, refiriéndose a esas peculiares ninfas de las aguas, que son las maravillosas y encantadoras xanas asturianas -donas d'aigua en la vecina Galicia-, aquello de ¡ay del que va en el mundo a alguna parte y se encuentra a una rubia en el camino!. Y es que el Camino -sígase o no en dirección a los principales santuarios de la cristiandad, cuyos itinerarios Coello comparaba, según fuera el tipo de iniciación pretendida por el neófito caminante, con los distintos palos de la baraja: oros, copas, espadas y bastos-, ha sido siempre, es y continuará siendo, el mejor escenario en el que darse de bruces con los encuentros más extraños, con las casualidades más casuales o cuando menos, el vehículo más apropiado para recalar en esos pequeños microversos tradicionales que formaban parte de unas creencias tan arraigadas en los pueblos y culturas que nos precedieron, los cuales, reconvertidos en símbolos, ritos, mitos...y modas, han acompañado siempre a la humanidad en la más fabulosa de sus aventuras: la de vivir. Pero hablar de aventura, de caminos, de mitos, de símbolos y de creencias no se reduce únicamente a aquéllas experiencias foráneas al entorno en el que habitualmente vivimos y nos desenvolvemos. Por el contrario, no es difícil tropezarse continuamente con ellos en nuestra vida cotidiana, sobre todo si tenemos la suerte -o la desgracia, según se mire, que en el fondo se suele añorar cualquier sitio menos en el que se vive-, de vivir en una gran urbe. Dioses y Diosas de los panteones precristianos, que vigilan continuamente ese trabajosa locura en la que nos desenvolvemos, acostumbrados a mirar sin verlos, ingrávidos y regios en sus divinas monturas, como Cibeles y Neptuno; o la Osa, elevadas sus patas delanteras sobre el madroño, que posiblemente sea la misma que busca el peregrino en los cielos y que le indica el camino de Compostela, que revive en el escudo y en el km 0 de Madrid, la vieja historia de aquélla otra que, golosa, intentaba en vano acceder al panal que se ocultaba dentro de la boca del león desquijado por Sansón. Pero de entre todos estos restos de sabias y antiguas sabidurías, sobresalgan, sobre todo en las épocas de estío, aquellas pequeñas deidades que coronan, viven y protegen las fuentes: esas xanas o donas d'aigua a las que nos referíamos al principio, eternas en su piel de blanco mármol cuya canción, acompañada por el sonido titilante del agua al deslizarse en caída libre a través de los grifos, siempre nos atrae y nos recuerda, queramos o no reconocerlo, que nunca murieron del todo; que los sanmartines dumienses no consiguieron erradicar su recuerdo y que estando ahí, luciendo su misteriosa hermosura a través de los años no puede, sino, hacerme pensar, no obstante y a pesar de todo, en el triunfo final del paganismo.


Comentarios

Mara ha dicho que…
Fuentes, cascadas... son un canto a la vida. Un regalo.

Gracias, Juan Carlos.
juancar347 ha dicho que…
Gracias a ti, Mara. Como bien dices, hablamos de un regalo y un canto a la vida.

Un abrazo
KALMA ha dicho que…
¡¡¡Qué bonitas!!! Aunque no tengan el camino de la naturaleza y sean creaciones del hombre están colmadas del agua constante. Cómo me gusta en este tiempo acercarme a las fuentes, en las del Retiro chapoteo con las manos y acabo con mi hijo como una sopa y es que algunas de las fuentes de Madrid son fantásticas, como esas dos que no conoce nadie y están en tú vídeo, la de los triunfos de indios y vikingos, aunque he echado de menos la del triunfo del rayo.
No sé si conoces los jardines de La Granja, las fuentes, aunque solo funcionan dos días del año y tiene que ser espectacular verlas a todas fluyendo, son una oda a los dioses, sin obviar a ninguno, algún día haré la entrada en el blog, es la combinación perfecta del arte y la naturaleza que mando a construir un buen rey a imagen y semejanza de los jardines de Versalles, de su París natal, tú, de ese sitio y con tú forma de escribir, harías todo un reportaje.
Gracias por resfrescarme. Un beso.
juancar347 ha dicho que…
Hola, bruja: ya sé que conoces muchas de las fuentes que he puesto en el vídeo, y que como nadie, sabes disfrutarlas. Hay todo un ritual que, a mi modo de ver, y aunque de una manera inconsciente, nos acerca con las antiguas pasiones hacia los lugares mágicos donde el agua es el elemento primordial. El agua y sus misterios, fuente de vida y de pasiones. No conozco los jardines de La Granja y eso que, como sabes, viviendo en Madrid los tienes prácticamente a una hora de casa. Ayer anduve cerca, aunque iba buscando otro tipo de simbología y otros santuarios, pero todo se andará y cuando se tercie, no dudes de que procuraré hacer mi reportaje desde los criterios que, en mi opinión, debe reunir todo reportaje que se precie: las apreciaciones personales y la pasión. Por eso me gustan tanto los que haces tú, de manera, que espero ese que nos tienes prometidos.
Un abrazo,

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