Enigmas de Valderredible: el eremitorio de Cadalso

 


Cambiamos de escenario y dejando atrás los campos de lavanda, la excelencia de su miel y el mediático pintoresquismo de los pueblos de la Alcarria, la brújula de nuestras inquietudes viajeras vuelve a señalar hacia el brumo Norte y sus infinitos misterios.


En efecto, a años-luz de distancia del mundo moderno y sus innovadoras inquietudes tecnológicas, existen todavía lugares, en España, anclados en una antigüedad tan desconcertante, que, en comparación, su visión nos puede provocar un choque emocional, cuyos protagonistas más inmediatos, no son otros que la perplejidad y la incredulidad.


Valderredible es, posiblemente, una de las regiones más extensas de Cantabria y por defecto, también de las más antiguas, menos pobladas y ciertamente ancladas en los enigmas de un pasado, que todavía vibra, con fuerza inusitada, en el alma de sus habitantes.


Hablamos de una región, que, aunque todavía comparte protagonismo territorial con Palencia y el norte de Burgos, continúa caracterizándose por la presencia inequívoca de un eremitismo y un arte rupestre asociado, que, desde la Alta Edad Media, hasta nuestros días, todavía continúa vigente.


A siete kilómetros de Polientes y a algo más de una docena de los espectaculares escenarios que conforman ese imponente accidente geográfico conocido como los Cañones del Ebro, una pequeña aldea, de nombre Cadalso, cuyo censo de habitantes no supera en la actualidad los dedos de una mano, el viajero se encuentra a pie de carretera, apenas comienza a cruzar las primeras casas, la primera de esas curiosas ermitas rupestres, cuyo culto, desconcertantemente, todavía continúa vigente en la actualidad.


Una ermita, que, aprovechando la metafórica y compacta cantera de una prominente roca, fue laboriosamente horadada, hasta quedar convertida en un pequeño habitáculo, destinado a ser hábitat, en un principio, de alguno de aquellos cientos de solitarios, románticos de Dios, que, a mi juicio, fueron los eremitas que después de la invasión musulmana, decidieron retirarse del mundo y seguir el ejemplo de relevantes personajes del santoral cristiano, como San Antonio y San Jerónimo y después, iglesia parroquial.


Causa cierta impresión comprobar que, además de continuar ejerciendo sus actividades eclesiales en pleno siglo XXI, con flores y objetos de culto en su interior, apreciables a través de los pequeños ventanucos, la visión de las sepulturas, excavadas en la roca con su característica forma antropomorfa, que un día albergaron los cuerpos inermes de cristianos anónimos, cuyos restos hace tiempo que fueron esparcidos por el viento y acogidos por la tierra, continúan orientadas hacia el este: hacia ese simbólico lugar por el que renace el sol cada mañana y por defecto, hacia el lugar, además, donde se localiza la ciudad más santa para la Cristiandad, que no es otra que Jerusalén.


Conserva Cadalso, además, una vieja torre medieval, semi oculta por el musgo de los siglos y por cuyos sillares trepan a su antojo la ortiga y la zarza, que ponen una nota de romántico colorido a un pasado, que, quizás, en su caso, fue siempre mejor.


AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, así como el vídeo que lo ilustra, son de mi exclusiva propiedad intelectual y por lo tanto, están sujetos a mis Derechos de Autor.



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